Originalmente recetada para la diabetes tipo 2, los efectos de esta droga en la pérdida de peso han hecho que se convierta en una nueva (y peligrosa) tendencia.
Durante la última década, un aparente cambio hacia la inclusión y la positividad corporal parecía haber ganado terreno en una sociedad profundamente ligada a estándares de belleza inalcanzables que, durante siglos, han oprimido a las mujeres.
Sin embargo, actualmente el contenido vinculado a la “salud” que nos impulsa a restringirnos y seguir hábitos alimentarios preocupantes, parece estar prosperando más que nunca. Al menos eso es lo que nos demuestra la popularización de una nueva droga en el mercado: Ozempic.
Promocionada por influyentes figuras como Oprah y Elon Musk, esta droga originalmente prescripta para combatir la diabetes tipo 2 tiene como principio activo la semaglutida, componente que actúa de forma similar a una hormona producida por el intestino llamada GLP-1, que estimula la secreción de insulina y suprime la de glucagón.
Se trata de un medicamento que, junto con dieta y ejercicio, puede mejorar el nivel de azúcar en la sangre. Sin embargo, médicos alrededor del mundo no tardaron en darse cuenta de que la droga también tenía poderosos efectos adelgazantes en sus pacientes.
De hecho, en 2021, una investigación sobre el compuesto, publicada en la revista científica The New England Journal of Medicine, demostró que su uso contribuía a reducir el 15% del peso de los voluntarios, una tasa que hasta entonces no había sido alcanzada por ningún otro fármaco.
El costo de la delgadez
Si bien su precio puede variar según la dosis, la farmacia y el país, en España, el precio de Ozempic es de unos 140 euros mensuales. Por su parte, el costo mensual en Estados Unidos se estima alrededor de los $1,200 dólares. Así, se trata de una droga a la que no todo el mundo puede acceder fácilmente.
“Los Globos de Oro son la noche más importante para Ozempic”, bromeó Nikki Glaser en el monólogo con el que abrió la gala de los Golden Globes 2025. La comediante no estaba equivocada, y es que desde su popularización, miles de figuras públicas han admitido haberla utilizado para bajar de peso.
Pero, ¿qué pasa cuando aquellas figuras que muchas veces son referentes en el mundo comienzan a parecerse más y más al “cuerpo perfecto”? Virginia Sole-Smith, una reconocida activista americana, ya lo ha advertido en más de una ocasión, señalando que, al recurrir los pacientes adinerados a Ozempic con la finalidad de perder peso, el medicamento exacerba la mentalidad gordofóbica presente en la cultura. “Estamos hablando de medicamentos que debes tomar para siempre para mantener la pérdida de peso. Entonces, si cuesta $900 al mes para siempre, ¿para quién será accesible?”, aseguró en una entrevista con NPR.
“Estamos en peligro de crear un sistema de dos clases, una jerarquía de tamaños corporales porque estamos tan apegados al mito de que el peso es una elección, que es sólo una cuestión de fuerza de voluntad, o no, es sólo una cuestión de tomar una droga, lo que ignora por completo la realidad de la situación incluso con estas drogas en la mezcla”, agregó.
Según un estudio realizado en el Reino Unido por The Mental Health Foundation en 2024, más de un tercio de los adultos encuestados aseguró sentirse ansioso o deprimido respecto a su imagen corporal. Algo similar demostró un sondeo realizado por La Rebelión del Cuerpo en Chile, donde un 82% de las encuestadas señalaron que usar traje de baño o bikini en lugares públicos les causa inseguridad o vergüenza.
Sin embargo, si en algún momento parecía que la sociedad había logrado avanzar hacia un lugar con más conciencia respecto a la diversidad corporal, pareciera ser que la llegada de esta nueva droga al mercado no ha hecho más que hacer al mundo – sobre todo a las mujeres- volver a un espacio de vergüenza y necesidad por alcanzar estándares de belleza irreales.