Esta novela escrita por Romina Pistolas es el reflejo de una realidad de la que poco se habla, probablemente por el estigma social que aún pesa sobre ella. Porque dedicarse a ser stripper, un trabajo que se lleva a cabo hace cientos de años, desde los primeros cabarets fundados a fines del siglo XIX en Europa Occidental hasta los actuales clubes nocturnos que recorren las grandes urbes y pueblos de todo el mundo, parece todavía una actividad que, especialmente para las mujeres, es mejor mantener en reserva, porque las críticas y las miradas juzgadoras aparecen de inmediato. “Por qué sexualizas tu cuerpo”, dirían algunos: los padres, los amigos, los cercanos, incluso los mismos hombres que después aparecen como espectadores de los escenarios donde ellas bailan por las noches. He ahí la contradicción de un trabajo que se asume como ‘poco digno’ y perpetuador de la cosificación de las mujeres, pero por el que muchos, como audiencia activa, invierten varias horas de su tiempo y pagan mucho dinero.
Lo que es peor aún: Pese a todos los cuestionamientos y los debates que podemos hacer sobre las actividades relacionadas al trabajo sexual, con posturas tanto a favor como en contra, en nuestra sociedad hemos olvidado lo central, que es preguntarle a las mismas mujeres qué significa para ellas ser strippers, cuál ha sido su experiencia, qué piensan ellas de su cuerpo y de tener que mostrarlo, y dejar de enfocarnos en lo que piensan las bocas externas. Por eso, Carmen (o Cómo me Inicié en el Negocio de Bailar sin Ropa), publicado por Editorial Cuneta, es una lectura importante para entrar a comprender este mundo habitado en secreto, aprender un poco más de él y de su misma autora, quien dejó Calbuco (Región de Los Lagos), su tierra natal, para llegar a Australia, donde sin haberlo planeado de antemano decidió trabajar como stripper durante varios años.
Pero esta novela no sólo se centra en el mundo del striptease que Carmen experimentó, también es el develamiento de su vida personal luego de llegar a Australia, incluyendo sus amores y desamores, las amistades que cultivó, los problemas de ansiedad que surgidos en la niñez comenzaron a agudizarse, y el encuentro con ella misma que le trajo ese largo viaje al otro lado del mundo.
Por Javiera Fernández
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