La periodista chilena Sofía Calvo, creadora de la plataforma de moda de autor latinoamericana Quinta Trends, lleva más de una década visibilizando el grueso impacto de la industria de la moda en el medio ambiente y su vínculo con la violencia de género, al ser una industria con condiciones laborales cuestionadas hace varios años y donde la mayoría de sus trabajadoras son mujeres. Luego de la publicación de sus libros El nuevo vestir (2016) y La revolución de los cuerpos (2019), Calvo vuelve este año a las librerías con Cambiar el Verbo. Un viaje por el lado oculto de nuestra ropa (RiL editores), en el que enseña las claves para entender el vínculo entre moda y sostenibilidad, y ofrece al mismo tiempo una vía sencilla que invita a las personas a cambiar su relación con el vestir a partir de un enfoque sostenible.
¿Hace cuánto tiempo llevas incursionando en el tema de la sostenibilidad? ¿Qué te motivó a convertirte en autora y activista de este tema?
Mi incursión en los temas de sostenibilidad en la moda se remonta a inicios del 2010 cuando comienzo a descubrir los impactos de la industria en el medioambiente y las personas. En 2007, creé Quinta Trends, pero con un foco inicial en la moda latina sin tener claro lo que pasaba en el backstage del sector. Querer hablar de estas temáticas y visibilizarlas me resultó natural, ya que siempre he sentido una pulsión por la protección del medio ambiente y la justicia social, pero particularmente porque físicamente “me duele el mundo” y descubrí que la única manera de manejar esa sensación era trabajando en pos de transformar mi entorno través de mis mejores herramientas: la escritura y mi voz.
¿Cuál es la principal apuesta de Cambiar el Verbo?
Es transformar nuestra relación con el vestir desde la cotidianidad y “sin gastar dinero”, dejando de lado el verbo comodín del sistema capitalista “comprar” y reemplazándolo por otros que siempre han sido parte de nuestra historia como sociedad (usar, reparar, cuidar, personalizar, intercambiar, reusar, etc.), pero los dejamos de lado producto de una cultura de consumo impulsivo que ha determinado nuestro éxito y felicidad a partir de la cantidad de cosas que poseemos.
Tanto en tu nuevo libro, como en declaraciones anteriores, te refieres a que por más que sigamos prácticas sustentables en nuestro vestir, el impacto individual de la huella ecológica no se puede eliminar totalmente. En ese sentido, ¿cuál es el paso más importante que debiéramos seguir?
Así es porque hasta respirar tiene un impacto. En esa línea para minimizar el impacto que provocamos al vestirnos, mi primera recomendación es abrir el clóset y conocer lo que allí tenemos. Ese ejercicio de ordenarlo no sólo nos permitirá entender la cantidad de recursos medioambientales, humanos y económicos que tenemos disponibles, sino también nos reconectará con nuestra historia y nos demostrará que tenemos una “Narnia” inexplorada en nuestros hogares, que merece ser visibilizada y visitada de forma intensiva.
En tu libro Cambiar el Verbo te refieres a la gran presencia femenina dentro del mundo de la sostenibilidad. Indicas que en Chile, “la investigación, estudio, análisis y difusión de la sostenibilidad en la moda tiene cara de mujer”. ¿Por qué crees que son las mujeres quienes se están preocupando (y ocupando) más de esto ?
Creo que confluyen diversas razones. Una poderosa es que si bien todas las personas deben salir a la calle vestidas por ley, la industria de la moda desde décadas ha puesto sus esfuerzos comunicacionales en “seducir” a las mujeres, exigiéndoles estándares imposibles que han decantado en el ejercicio de una violencia simbólica hacia nosotras. Esta situación sumada al hecho de que alrededor del 80% de la cadena productiva del sector está integrada por mujeres, que en muchos casos sufren abusos y violaciones a sus derechos, nos han llevado a tomar conciencia del backstage de la moda y no quedarnos indiferentes ante él, movilizándonos y alzando la voz por ellas, por nosotras y las que vendrán.
Nada de esto es posible sin un planeta en el cual habitar. Creo que las mujeres del sector tenemos claro el valor de los ecosistemas y de la colaboración como elementos fundamentales para lograr transformaciones.
Respecto a lo anterior, ¿cuál es la importancia que toma la presencia de las mujeres en la lucha por alcanzar una moda sostenible?
Que las mujeres visibilicemos las injusticias que han dominado a la industria de la moda desde sus orígenes y que demandemos por justicia social y ambiental en el sector es un indicador de que nos aburrimos de ser objetos y queremos ser consideradas sujetos, protagonistas de una industria que ha intentado manipular nuestras conciencias sin cuestionamientos, hasta ahora. Me parece un paso natural que habla del rol que queremos asumir en la transformación del paradigma de la moda, porque estamos convencidas que se puede transitar hacia la moda sostenible, que no es un deseo naif, sino una necesidad de sobrevivencia.
¿Qué marcas de moda chilenas hoy son un ejemplo en materia de sostenibilidad?
En mi libro destaco a varias de ellas, sin embargo con el temor a dejar alguna en carpeta, mencionaré sólo un par de ejemplos que me parecen valiosos porque están tratando de formalizar su tránsito a la sostenibilidad a través, por ejemplo, de comprar textiles certificados y/o certificar sus procesos, a pesar de lo complejo que eso puede significar. En esa línea, me parece destacable el camino recorrido por Sisa y Minka, que llevan casi una década avanzando hacia una moda consciente y responsable con las personas y el medio ambiente.
¿Cuál sería la importancia de abordar los estudios sobre sostenibilidad y moda desde una perspectiva de género?
Me parece fundamental incorporar la perspectiva o el enfoque de género en los estudios sobre sostenibilidad y moda, ya que no sólo nos permitirá tener una aproximación más compleja y detallada de las interacciones que se dan entre nosotras y el vestir, sino también develará aquellas injusticias sistémicas del sector que están asociadas directamente a un sistema patriarcal dominante, que ha explotado tanto la imagen de las mujeres como al planeta aprovechándose de la vulnerabilidad y precariedad de nuestra posición en la industria. Esa mirada entregará un aire fresco a la moda, transformará sus modos de hacer, vestir y habitar no solo la ropa, sino también nuestros cuerpos y territorios. En definitiva, nos hará más felices sin tanto, que es uno de los grandes objetivos que me movilizan a la acción.
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