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Valentina Muñoz, activista STEM: “¡BASTA DE ADULTOCENTRISMO, HAY MUCHOS JÓVENES CHILENOS HACIENDO COSAS GENIALES!”

Hace un año, se convirtió en la programadora más joven en participar de la construcción de la primera política de Inteligencia Artificial en Chile. Esa fue la antesala del reconocimiento que hace pocas semanas recibió de las Naciones Unidas que la designó como la primera latinoamericana defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 20/30. 

De niña solía acompañar a mi mamá a su trabajo en el área de ventas de Telefónica. Un día, cuando tenía nueve años, la empresa sufrió un ciberataque y todo el mundo entró en pánico. Empecé a recorrer las oficinas del edificio tratando de entender qué es lo que estaba pasando hasta que finalmente llegué a la sala de los informáticos.

—¿Qué están haciendo?— les pregunté.

—Salvando el mundo— dijo uno de ellos.

Quedé tan maravillada por la respuesta que quise saber más de ese mundo. Así comenzó mi interés por el mundo de la programación y tres años después me inscribí en un taller de robótica que impartían en mi liceo, Carmela Carvajal, ahí, aprendí a programar por primera vez en el software de Lego Mindstorms. Luego, participé de distintas iniciativas gratuitas para aprender a programar en otros lenguajes, y hasta asistir de oyente a la Universidad de Chile, donde comencé a programar en Java.

Tenía 15 años cuando comencé en el mundo del activismo y ya llevaba más de tres años programando. En esa época, todos me decían “sí, qué lindo lo que haces, pero vuelve cuando seas más grande, cuando tengas una carrera”. Un fiel reflejo de cómo la mirada adultocentrista es el mayor obstáculo para los activistas juveniles. En Chile, además de ser tremendamente clasistas, somos muy de poner en la palestra a los personajes extranjeros, pese a que tenemos gente que está haciendo cosas bacanes acá. No necesariamente me refiero a mí sino a personas, como Antonia Larraín o Catalina Silva. ¡Basta de adultocentrismo, hay muchos jóvenes chilenos haciendo cosas geniales!.

En abril de 2020, apareció un anuncio que llamaba a una consulta ciudadana para la construcción de la primera política de Inteligencia artificial en Chile. Tras investigar cómo podía sumarme, en el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación me dijeron que sólo podrían contribuir personas mayores de 18 años y yo tenía 17. Lo encontré terrible, porque uno de los problemas de la inteligencia artificial es que es súper adultocéntrica y presenta una serie de falencias en el proceso de desarrollo y testeo. La tecnología y la inteligencia artificial no están pensadas para niños y adolescentes. Fue entonces que desde AMUJI ONG y en conjunto con la UNICEF, comenzamos a organizar varias jornadas de formación para enseñar a niñas a lo largo de todo Chile sobre inteligencia artificial.

Luego, presentamos todos los aportes al ministerio y meses después me invitaron a La Moneda parareconocerme oficialmente como la programadora más joven en contribuir en el proceso.

Hace aproximadamente cinco meses, recibí una llamada desde la oficina del Secretario General delas Naciones Unidas, Antonio Guterres, de Nueva York, solicitando una entrevista para conocerme, a lo que acepté con gusto y curiosidad. Me dijeron que habían estado observando mi trabajo como activista durante mucho tiempo y que tenían interés en colaborar conmigo. Ese fue el comienzo deuna serie de reuniones, en las que abordamos la brecha digital que existe en Latinoamérica, la cual se acrecentó enormemente con la pandemia. Así, pude compartir mi preocupación sobre la necesidad de gestionar acciones globales que permitieran a las juventudes retomar sus clases.

En una de esas entrevistas, me comentaron que estaban buscando a los nuevos defensores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS de la agenda 20/30 de las Naciones Unidas y que les interesaba mi perfil. Sinceramente, en ese momento no le tomé el peso, en parte porque también estaban entrevistando a Presidentes, Primeros Ministros, entre otras autoridades y líderes mundiales. Cuando me llegó la carta del Secretario General de las Naciones Unidas solicitando mi confirmación, para nombrarme defensora de los ODS, recién dimensioné todo lo que estaba pasando. Fue muy lindo recibir un reconocimiento así, sin haber postulado siquiera. Simplemente fluyó y llegó a mí. 

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