Bárbara Anderson ha conjugado el periodismo de negocios con la lucha por los derechos de las personas con discapacidad, gestionando espacios que permitan hacer periodismo para y sobre ellos, y sensibilizando y enseñando a nombrarles sin eufemismos. Su activismo se lo toma muy personal, su hijo Lucca nació con parálisis cerebral y le permitió ver las vulnerabilidades y barreras a las que se afrontan las personas con discapacidad y sus familias.
En 2019, Bárbara lanzó un newsletter con noticias sobre personas con discapacidad, que dio pie al nacimiento de “Yo También”, el primer medio de comunicación dirigido a este grupo, y que fue el primer portal web completamente accesible en todo el país. La periodista y activista enfatiza que las personas con discapacidad no son minoría, y si bien no cree en las cuotas, sí en los porcentajes: las personas con discapacidad son 28 millones de mexicanos, equivalente al 16% de la población.
Bárbara ha publicado dos libros, “Los dos hemisferios de Lucca” (Penguin Random House, 2019), un retrato familiar e “(IN) Visibles” (2022). Su expertise en el tema la llevó a ser una especie de mentora para los periodistas y en 2023 lanzó con AT&T el primer diccionario sobre discapacidad dirigido a periodistas, “¿Cómo se dice? De la A a la Z”,
¿Las personas con discapacidad siguen siendo invisibles en México?
Desafortunadamente sí. Siguen siendo personas invisibles para instancias de gobierno, escuelas, empresas. Vivir con alguna discapacidad en México es adquirir el superpoder de la invisibilidad: solamente 26% de los niños con discapacidad entre 5 y 17 años, edad en la que deberían acudir a la escuela, tuvieron acceso a un aula. Además, sólo una tercera parte de las personas con discapacidad tienen acceso a un seguro de salud formal.
Sin una correcta capacitación y una correcta visibilización es muy difícil que (las personas con discapacidad) consigan un trabajo, entonces la inclusión laboral es muy chiquitita, es prácticamente una curiosidad, y por ello 27% de las personas con discapacidad están trabajando en la informalidad. En cuanto a paridad, también hay más hombres que mujeres con discapacidad con un puesto de trabajo.
¿Cómo iniciaste a ser activista?
Como activista empecé peleándome mucho. Me tocó pelearme con empresas y terminé haciendo de una pelea una alianza entre Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor) y Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). Me tocó pelearme con el Auditorio (Nacional) y eso significó una demanda contra Ticketmaster, con eso cambiaron muchas cosas. Me tocó pelearme con los cines para permitir el acceso a más personas con discapacidad.
¿Cómo comienzas a acercar el periodismo a la discapacidad?
Yo soy periodista de Economía y Negocios de formación y activista por situación. Hace 11 años nació mi hijo con parálisis cerebral y eso me puso en una situación en que necesitaba visibilizar que las personas con discapacidad viven en una soledad muy concurrida.
La discapacidad es lo más democrático que hay, aplica a todos los sectores sociales, a todos los códigos postales. Entonces, si 16% de la población en México vive con alguna condición de discapacidad, el 16% de las notas que vemos en medios deberían ser sobre el tema. Todos los asuntos pasan por la discapacidad: política, economía, entretenimiento.
Es importante entonces entender que la discapacidad es cualquier condición que te haga llevar tu vida, no de una manera estándar, si yo necesito ayuda para llevar adelante mis actividades evidentemente estoy teniendo una condición de discapacidad. Eso apela al periodismo porque hay dos maneras muy claras de erradicar la discriminación en cualquier sociedad: la educación, que le toca al Estado; y el otro es con la información, cuando más información tenemos menos miedo nos dan las cosas y menos discriminamos.
Yo También lo creamos con Katia D’Artigues y se convirtió en el primer sitio de noticias 100% dedicado a la discapacidad, porque también veíamos que llegaban estos temas a los medios y la discapacidad siempre estaba en último lugar. El portal cuenta con muchísimos lectores que no tienen discapacidad, pero que les interesan los derechos humanos, la justicia. De eso se trata, es un tema de justicia, de acceso para todos. Actualmente ya no formo parte del proyecto, pero sigo involucrada y como activista en materia de discapacidad.
¿Cómo surge la idea de crear un diccionario de discapacidad?
Muchas veces los medios se autocensuran porque decían no saber del tema, y mejor no tocaban la materia para no equivocarse. Empezamos a recibir muchísimas llamadas de periodistas deportivos durante los pasados Juegos Paralímpicos y en los Panamericanos que no sabían cómo describir a las personas que competían.
Hicimos un diccionario con ayuda de AT&T, para que los periodistas no tengamos el tabú de no escribir sobre esto. Antes hicimos un diccionario de lo que se debe o no decir, porque a veces tenemos estas frases acuñadas de por vida como “es un angelito”, o hablar de personas sordomudas cuando es una condición muy rara, no todos los sordos son mudos y viceversa.
¿Qué proyectos tienes en puerta para seguir visibilizando la discapacidad?
Ya voy por mi tercer libro sobre discapacidad, sobre inventos y discapacidad. Y ahora estoy muy comprometida con la puesta en pantalla de la película de Lucca. Los derechos los compró Netflix y empieza a rodarse la película este año, y eso también va a ser una expansión a nivel mundial porque la película va a llegar a 190 países para exportar esta historia mexicana.
Esos son muchísimos mercados y quiero empezar a despertar interés y conciencias mucho más allá de México, que es algo que yo no tenía en el radar. Netflix abrazó la historia y la convertirá en un proyecto binacional, pues se filmará en India, lo que dará una expansión mucho más grande.
Me tocó ayudar mucho a Javier Peñaloza y a Mariana Chinillo, quienes son guionista y directora, respectivamente. Trato de aterrizar mucho los conceptos para que sean más universales, que no sean muy mexicanos y también de hacer referencia a la importancia de mirar al otro y de entender las necesidades.
La película habla mucho de lo difícil que es vivir con alguien con discapacidad y tratar de que vaya a la escuela y que tenga una vida de lo más estándar que se pueda, acceder a lo mínimo que son los derechos que tiene por ley constitucionalmente.
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