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Cansancio físico y emocional: el fenómeno del ‘burnout’ entre los millennials

Un estudio reciente ha revelado que los millennials, nacidos entre 1981 y 1996, son la generación más agotada de la historia.

Este fenómeno entre los millennials, conocido como “burnout” o agotamiento crónico, ha sido ampliamente analizado por la periodista estadounidense Anne Helen Petersen en su ensayo No puedo más. Cómo se convirtieron los millennials en la generación quemada, publicado por Capitán Swing. En su investigación, Petersen examina cómo una generación que creció bajo la promesa de logros y productividad ha terminado atrapada en un círculo de fatiga física y emocional.

La autora señala que la cultura de la productividad ha condicionado la vida de los millennials hasta el punto de normalizar el agotamiento. Petersen narra cómo un comentario de su editor sobre su propio cansancio le permitió reconocer lo arraigado que estaba este fenómeno en su generación. “El desgaste no es solo un abatimiento temporal, sino que es nuestra condición contemporánea”, sostiene la periodista.

Este agotamiento es una consecuencia directa de un sistema que ha convertido a los millennials en “currículums andantes”, en donde la vida personal queda relegada a un segundo plano en favor del trabajo y la productividad.

Uno de los factores determinantes del burnout millennial es la brecha entre las expectativas de éxito inculcadas desde la infancia y la realidad laboral. “Nos dijeron que si trabajábamos lo suficiente podríamos ganar al sistema, pero el sistema está roto”, afirma Petersen. A pesar del esfuerzo, muchos millennials se enfrentan a un mercado laboral precario, inestabilidad económica y un costo de vida elevado que dificulta la concreción de sus aspiraciones.

Otro factor es la tecnología. Aunque esta facilita muchas tareas, también ha incrementado la presión por estar siempre disponibles y productivos. Petersen destaca que el ideal de “hacerlo todo” se ha convertido en una obligación. En este contexto, el descanso se percibe como una pérdida de tiempo y la productividad, como el único indicador de valor personal.

El psicólogo Iván La Rosa coincide con la autora en que el burnout millennial no solo es físico, sino también mental. La constante búsqueda de productividad lleva a altos niveles de ansiedad y depresión. “La ansiedad te preocupa por el futuro, la depresión por el pasado”, explica. La incertidumbre económica y la presión por cumplir con expectativas externas intensifican este desgaste emocional.

La solución al burnout no es sencilla, pero Petersen y La Rosa coinciden en la importancia de cambiar la narrativa sobre la productividad. Poner límites al trabajo, dejar de glorificar la actividad constante y priorizar el descanso son pasos clave. “Dormir bien no es perder el tiempo. A veces, está bien no hacer nada”, concluye La Rosa.