Por Javiera Fernández
En Cutemu, una pequeña localidad dentro de la comuna de Paredones, región de O’Higgins, se realiza una técnica artesanal traspasada de generación en generación hace más de 200 años: El trenzado en paja de trigo ligún. Desde el sembrado de trigo, hasta su producción y posterior trenzado son parte de este oficio que padres y madres traspasan a sus hijos, especialmente a las mujeres, quienes desde pequeñas lo comienzan a aprender hasta hacerlo parte de sus vidas.
Hace siete años, con motivo de explorar los oficios ancestrales que recorren la zona central del país, la diseñadora chilena Rocío Schatze decidió viajar a la localidad de Cutemu. Allí, al encontrarse con las mujeres que realizaban el histórico trenzado, cuenta la fascinación que sintió en ese momento y que la llevó a crear la agrupación “Trenzados de Cutemu”, hoy liderada por ella junto a las artesanas Zaida Muñoz y Andrea Reyes, oriundas de Cutemu, y Débora Vidal, quien vive en la zona hace veinte años.
En 2016, Rocío Schatze impulsó la creación de Trenzados de Cutemu como un proyecto para revitalizar el oficio del trenzado en paja de trigo ligún a partir de la confección de accesorios, sombreros y artículos de casa y decoración. Hasta la fecha, como agrupación han sido reconocidas con dos Sellos de Excelencia a la Artesanía patrocinados por la UNESCO, y participado en diversas ferias de artesanía internacionales, entre ellas la última Muestra Internacional Artesanía UC (versión n°49), realizada a finales del año pasado en el Centro Cultural Santa Rosa de Apoquindo.
Distintos tipos de collares, cinturones, colgantes, artículos de decoración como canastos y cascabeles, además de una extensa línea de sombreros, componen el catálogo de Trenzados de Cutemu. En conversación con Woman Times, la diseñadora Rocío Schatze cuenta lo que fue el encuentro inicial con este oficio y el camino que ha tomado hoy junto a las tres artesanas que integran la agrupación, trabajando por mantener vivo un oficio que, como muchas otros a lo largo del país, cada vez son menos aprendidos por las nuevas generaciones.
El sello de las trenzadoras de Cutemu
“Creo que las mujeres tenemos otra forma de aproximarnos a los oficios, desde lo que a mí me ha tocado ver, y para las mujeres que trenzan, hay un sentido profundo. El acto de hacerlo significa un sustento, pero también es una forma de llegar a la tranquilidad, mantener la mente ocupada. Es algo que les da sentido a sus vidas, al menos según lo que yo he podido ver en ellas”, señala Rocío.
Con los años de trabajo en la agrupación, donde los productos se realizan en conjunto, las artesanas han podido perfeccionar su propia técnica y también intercambiar aprendizajes. Para Andrea Reyes, integrarse como artesana de Trenzados de Cutemu hace cuatro años le significó una reconciliación con el oficio. “A mí de chica me enseñaron a trenzar, pero nunca me gustó, yo siempre lo he dicho. Fue cuando conocí a las chiquillas de la agrupación que me empecé a reencantar y comencé a darle valor a la trenza, porque hacíamos otras cosas con ella”, cuenta Andrea.
En efecto, según explica la artesana, lo que históricamente se ha hecho en Cutemu es el trenzado mismo para después venderlo, pero no es común que los habitantes de la zona elaboren productos diseñados. Por ello, viendo toda su potencialidad, Rocío decidió crear Trenzados de Cutemu para darle al trenzado una resignificación contemporánea a partir del diseño.
De naturaleza resistente y maleable, el trigu ligún no se siembra en ningún lugar que no sea Cutemu. Durante los meses de verano comienza la etapa de siembra del trigo, mientras que en invierno, ya disponible para ser utilizado, es cuando más se trenza, explica Andrea. Criada en Cutemu, luego de finalizar su enseñanza media en Santa Cruz y trabajar con su mamá en un almacén y verdulería administrados por su familia, hoy compatibiliza sus labores como temporera en la fruta y artesana activa en Trenzados de Cutemu.
“La belleza de este oficio es que con cosas naturales haces objetos muy bonitos, porque es algo de la tierra, lo que la tierra nos regala a nosotros. Es todo natural, no hay intervención de cosas químicas. Es algo que uno trabaja con la naturaleza en sus manos y a partir de eso se hacen creaciones muy lindas. Es un orgullo, además, que esto sea de acá, de donde yo vivo, y que nuestros abuelos, nuestros papás han vivido de esto. Y esto es lo que uno quiere rescatar: La historia, que no se pierda” afirma Andrea Reyes.
Trenzados de Cutemu ha estado presente en diversas ferias tanto a nivel nacional como internacional, entre ellas el Encuentro Local realizado en Santiago de Chile y la Bienal Iberoamericana de Diseño (Madrid), entregando productos cuyo sello, además del diseño contemporáneo, es también la sostenibilidad. Rocío Schatze, como diseñadora de la agrupación, señala que siempre ha abogado por el uso de fibras y tintes naturales para la confección de los productos. “Siento que nos hemos diferenciado como grupo por esto. En Cutemu, históricamente se trabaja con el quintral, una planta que tiñe en color negro”, explica la diseñadora, y sumado a ese producto, en la agrupación también han comenzado a emplear tintes naturales como eucalipto y cáscara de cebolla.
El trenzado y el sombrero
Una de las apuestas más recientes dentro de la agrupación es el desarrollo de sombreros, cuya producción y diseño tienen una alta complejidad, al ser trabajados en una máquina que requiere tiempo para aprender a utilizarla. En 2020, buscando expandir sus propuestas de diseño en esa dirección, se unieron junto a la marca chilena SISA para elaborar un sombrero específico, en cuya confección participó la agrupación, junto a Andrea Calvo, experta en sombrerería y creadora de la marca Honra, y la artesana Berta Cáceres.
Hoy, como parte central de su catálogo, los sombreros de Trenzados de Cutemu hacen frente a un oficio que hoy en día está desapareciendo. “Hay muy pocos sombrereros en Chile”, explica Rocío. “Es una disciplina en crisis. El sombrero se ha dejado de usar, entonces ahí se empiezan a cruzar los oficios y los desafíos que tiene cada uno”, añade, y esa misma falta de producción es la que la ha motivado, junto a Andrea Calvo (sombrerera) y Verónica Guajardo (diseñadora) , a elaborar un proyecto de investigación que busca levantar la historia del oficio de la sombrerería en la zona central de Chile, haciendo un cruce con el uso de fibras vegetales dentro de la región.
En paralelo a la investigación llevada adelante por Rocío, las artesanas de Trenzados de Cutemu se han propuesto seguir dominando la técnica para aprender a elaborar sombreros. Para Andrea Reyes, quien además es hija de chupalleros, esa es una de sus metas propuestas para este año. “Yo he aprendido mucho en la agrupación. El trabajar en equipo, compartir historias entre artesanas. Es lindo eso, el compartir, y sobre todo aprender.”
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