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IA: ¿Por qué tanta incertidumbre?

A medida que la inteligencia artificial se instala en el cotidiano facilitando tareas diarias, mejorando la productividad en el trabajo y brindando nuevas formas de entretenimiento, una serie de resquemores aparecen a su alrededor. Poner atención a marcos regulatorios y desafíos éticos parece hoy más que nunca una imperiosa necesidad.  

Una encuesta de Corpa Estudios de Mercado y la Universidad de Los Andes señala que a un 73% de las personas les preocupa que la I.A. reemplace el trabajo que realizan, mientras que un estudio de Ipsos indica que sólo el 50% de los encuestados creen que la I.A. protegerá sus datos personales. A pesar de estos temores evidentes, lo cierto es que esta tecnología llegó para quedarse y actualmente cautiva a las masas por montones. (ChatGPT alcanzó 100 millones de usuarios en sólo 60 días desde su aparición).

Y si bien en el último tiempo se destacan los aportes que la I.A. está brindando en diferentes espacios, como en la optimización de tiempo en el trabajo, la predicción de eventos climáticos extremos, los avances palpables en la medicina para mejorar la experiencia de los pacientes, y muchas otras virtudes, la I.A. también deja algunas dudas irresueltas y temores evidentes. ¿Qué pasará con la vida laboral de las personas que deben adaptarse a los cambios que trae la I.A? ¿De qué manera regulamos los casos de deepfakes pornos que están vulnerando la vida de miles de mujeres? Mientras la I.A. se instala cada vez más en nuestro imaginario, ¿qué podemos hacer para que no perpetúe los estereotipos de género instalados en la sociedad?

En el trabajo

Mientras que un estudio reveló que 36% de los empleados considera que podrían ser reemplazados en sus trabajos por sistemas de I.A (Ipsos 2023), otra encuesta indica que el 70% de los consultados cree que la I.A. no los reemplazará (laborum). La percepción de las personas frente a la I.A. es innegablemente disímil, pero de lo que no hay dudas es que está generando una serie de preguntas en los trabajadores.

El informe “Los efectos de la I.A. en la vida laboral de las mujeres”, realizado en conjunto por la UNESCO, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la OCDE, señala un escenario irrefutable: la introducción de tecnologías con I.A. está cambiando las habilidades que necesitan los trabajadores, abriendo el paso a la automatización de ciertas tareas rutinarias. Diversas empresas han predicho que la I.A. podría reemplazar puestos asociados a logística, apoyo administrativo y procesamiento de datos, dado que están más expuestos a la automatización, mientras que profesiones como medicina, profesores de nivel superior y profesionales seniors de instituciones educativas – dado que son consideradas de alta calificación – debieran ser las menos expuestas a este proceso tecnológico.

Sesgos de género en I.A: Un desafío ético

A mediados del año pasado, una campaña creada por la oficina de Amén McCann en Uruguay para la UE, titulada «The Bias RemAIns» (los sesgos permanecen), lanzó una serie de imágenes futuristas para demostrar que la inteligencia artificial “tiene los mismos sesgos que existen en la sociedad».⁠ Para ello, se le consultó a la I.A. que mostrara a los líderes mundiales para el año 2050. En las imágenes generadas y presentadas por la campaña el año pasado, todos esos líderes eran hombres.

El artículo “Cuando los buenos algoritmos se vuelven sexistas” publicado por la Universidad de Standford, reveló que el 44% de los motores de I.A. presentaban sesgos de género, mientras que el 25% combina sesgos de género y raciales. Estas cifras reflejan un problema mundial que, según explica Claudia López, investigadora del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), se encuentra doblemente afectado por otra realidad: Solo una de cada 5 personas que se desempeñan en el campo de la inteligencia artificial en el mundo es mujer. De tal modo, las tecnologías que aplican I.A., comandadas por ejecutores en su mayoría varones, terminan replicando los mismos sesgos de género con los que se ha configurado la sociedad históricamente.

“La manera en que funciona esta tecnología está basada, en buena medida, en datos históricos, y esos datos codifican pasados que son de sociedades clasistas, racistas, que tienen todos los sesgos y formas de discriminación que nosotros conocemos. Entonces es muy probable que al momento de utilizar I.A., independiente de quienes seamos, nos encontremos con datos que tienden a perpetuar esas discriminaciones”, enfatiza López.

Para prevenir el uso indebido de este tipo de tecnologías resulta fundamental contar con políticas públicas a cargo de mitigar los daños provocados por la I.A. En esto enfatiza Aida de Lucio, responsable de Comunicación de la consultora Zorraquino. “Es crucial desarrollar un conjunto de normativas y directrices que incluyan legislación, estándares de actuación y sensibilización para guiar la correcta integración de la inteligencia artificial en el contexto global. Un marco regulatorio que debe ser fruto del consenso entre entidades gubernamentales, organizaciones del sector privado y ciudadanía”.

En el informe “Los efectos de la I.A. en la vida laboral de las mujeres” se advierte que son muy pocas quienes se desempeñan en empleos vinculados a la inteligencia artificial, lo cual se explica, en parte, por la baja cantidad de matrículas femeninas en carreras STEM a nivel mundial (35% según la UNESCO). Esto, además, se ve reforzado por otra complejidad: la brecha digital, que frena la posibilidad de adquisición de habilidades tecnológicas que faciliten la vida tanto personal como laboral de las mujeres.

“Si los sistemas no son desarrollados por equipos diversos, es menos probable que se encarguen de las necesidades de usuarios diversos o que se alineen a los derechos humanos”, sostienen los autores del documento. De esta manera, potenciar la alfabetización digital de las mujeres y su incorporación en carreras tecnológicas son los objetivos fundamentales por perseguir que, al mismo tiempo, les pueden brindar nuevas oportunidades laborales.

Deepfakes porno: la nueva problemática.

La creación de contenido falso a través de la manipulación de imágenes y videos existentes es otro de los problemas que tienen como protagonista los motores de I.A. Se trata de un fenómeno llamado ‘deepfake’, que se utiliza para fines legítimos como también ilegales. Cuando hablamos del segundo, estamos frente a casos de publicidad engañosa, suplantación de identidad y casos de fraude, por nombrar algunos ejemplos. Ahora bien, esta herramienta basada en I.A. se ha utilizado además para la creación de imágenes pornográficas que afectan sobre todo a las mujeres. Según los datos recogidos por Sensity A.I., una compañía de investigación que rastrea videos hiperrealistas falsos en internet, nueve de cada 10 deepfakes pornos se refieren a mujeres.

Uno de los casos de deepfake porno más recientes es el de Taylor Swift, quien denunció a comienzos del 2024 la viralización de imágenes sexualmente explícitas que se referían a su persona. Este caso, que se suma al de muchas celebridades vulneradas a partir de imágenes falsas – explica María José Martabit, fundadora de Theodora A.I. visibiliza un problema que las mujeres enfrentan desde hace mucho tiempo. “Si bien el tema ha salido a la palestra por Taylor Swift debido a su impacto mundial, no se debe olvidar que se trata de un problema que ha afectado a millones de mujeres y que la academia sigue y estudia desde hace al menos 10 años a partir de la evolución y uso de la tecnología y redes sociales”, señala la especialista. Desde su experiencia en Theodora, una plataforma que utiliza inteligencia artificial para detectar y mitigar sesgos en textos, imágenes y en la recopilación de datos, “es clave que las empresas establezcan estándares éticos claros, protocolos de uso responsables y resguardos adecuados para garantizar que dicha herramienta se utilice conforme ello. Además,se debe garantizar la transparencia en el desarrollo y el uso de algoritmos asumiendo la responsabilidad de guiar su uso hacia un futuro ético y sostenible para todos”.

Virtudes y desafíos

La I.A. presenta una serie de desafíos éticos que deben ser revisados por las instituciones legales, económicas y culturales para asegurar el respeto por los DD.HH. de todas las personas. Esta tecnología está brindando una serie de oportunidades para mejorar la vida de la población, pero para que ello sea efectivo, se requiere de esfuerzos adicionales que incluyan la perspectiva de género.

Zorraquino, que señaló que la I.A .es sin duda alguna una de las tendencias principales del 2024, apunta lo siguiente: “Apostar por el lado más humano de la inteligencia artificial, con el compromiso adecuado y la capacidad para utilizarla de manera responsable, permitirá allanar el camino hacia un futuro donde humanos y tecnología coexistan, llevando a la sociedad hacia nuevas alturas de innovación y disrupción”.

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