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Hannah Töpler: la alemana que usa IA para conectar a comunidades vulnerables con empleos en México

Hannah Töpler nunca antes había estado en México. Tampoco había visitado otro país de Latinoamérica. Siempre quiso ayudar a resolver los grandes problemas sociales, pero como una mujer nacida y criada en Alemania, reconocía que debía salir de Europa para conocer la realidad de otras regiones del mundo.

Fue así que emprendió el viaje personal que la llevó a tierras mexicanas, donde desde 2018 trabaja para que grandes empresas nacionales y multinacionales con operación en México contraten a personas de comunidades vulnerables. Primero se enfocó en personas refugiadas, pero después amplificó el impacto positivo personas LGBT+, indígenas y mujeres.

Pero todo comenzó con un viaje por el oeste de África antes de que decidiera su carrera universitaria. Vivir las carencias y desigualdades que nada o muy poco se ven en algunos países de Europa, fue una experiencia que le abrió los ojos sobre lo que significa la pobreza. “Fue un choque muy fuerte para mí”, expresa en entrevista con Woman Times.

Se trató, por así decirlo, de un viaje iniciático. A su vuelta a Alemania decidió estudiar Ciencia Política. Quería entender más a fondo los grandes problemas sociales. Tras graduarse, Hannah hizo pasantías en Bruselas, trabajó en la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra e hizo una maestría en la London School of Economics, en Reino Unido.

Sin embargo, sentía que seguía sin ver la foto completa. “Hablar, desde Ginebra, de crisis económicas en países donde había estado me pareció un poco absurdo”, autocritica. Se dijo: esto no funciona así, así que decidió salir de la burbuja europea. Fue así como llegó a México en 2017, un país donde nunca había estado y del que muy poco conocía.

“Me encontré con una cultura extremadamente abierta, que te recibe, eso hizo que mi llegada fuera bastante buena. Además, me encontré con gente increíble, pude hacer muchas amistades muy rápido, tanto en mi equipo de trabajo en Oxfam como en otros entornos. Eso me ayudó a apreciar mejor la cultura mexicana”, recuerda.

Ruta México

Oxfam se describe como un movimiento global formado por personas que trabajan juntas para combatir la desigualdad y, así, acabar con la pobreza y la injusticia. “Trabajamos con personas tanto a nivel local como global para impulsar un cambio duradero”. Ahí fue donde aterrizó Hannah. Las cosas empezaban a tener más sentido, se alineaban con sus objetivos.

Dentro de Oxfam en México se encargó de diseñar una nueva estrategia para incrementar el impacto de la organización. A raíz de ese trabajo se empezó a interesar particularmente en las desigualdades del mercado laboral mexicano, que deja fuera a miles de personas que no tuvieron la suerte de tener ciertos privilegios.

“Me encontré con mucha exclusión social y decidí hacer un piloto para ayudar a personas refugiadas en México a insertarse en el mercado laboral”, relata Hannah Töpler con un español perfecto, resultado de su inmersión plena en la cultura mexicana y de conocer la vida de las personas que ayuda.

Empezó a ayudar primero a personas refugiadas en México porque considera que “son uno de los grupos vulnerables que más problemáticas sufre en todo el mundo, porque están excluidos en todos lados”. Así fue hasta 2023, cuando Intrare, el startup social que fundó para canalizar su misión decidió ayudar también a personas de la comunidad LGBT+, a personas indígenas y mujeres.

En todas estas comunidades el patrón siempre es el mismo: es mucho más complicado que accedan a empleos formales, y por esa razón casi siempre están insertados en el mercado laboral informal. Y en muchos casos carecen de las hoy tan demandadas habilidades digitales para poder navegar y entender cómo funcionan las bolsas de trabajo en internet.

“En las bolsas de trabajo digitales tienes que pasar horas buscando, y además los algoritmos dejan fuera a estas comunidades, al igual que los reclutadores humanos. Estas comunidades no pueden cambiar este sistema, pero nosotros podemos ayudarles”, comenta Hannah durante la charla con Woman Times.

IA con visión social

Hannah Töpler y su equipo en Intrare entendieron perfectamente que para escalar el impacto de su trabajo debían echar mano de la tecnología. Hoy las bolsas de trabajo funcionan con algoritmos de inteligencia artificial, pero ella considera que éstos exacerban sesgos cuando se trata de personas más diversas y de comunidades vulnerables.

“Nos dimos cuenta de que los algoritmos son malísimos, no son muy precisos y entre más sofisticados estén más exacerban los sesgos que existen. Descubrimos que teníamos que hacer nuestros propios algoritmos, y así empezó un viaje de construir una IA que no tuviera sesgos”, comparte.

Los algoritmos de IA creados por su equipo de tecnología (liderado por un científico de datos en Estados Unidos) son el corazón del trabajo de Intrare, porque son la vía que permite vincular a las y los candidatos con empresas nacionales y multinacionales. La diferencia: sin replicar los sesgos y actos discriminatorios que ocurren en el mercado laboral.

“Nos aseguramos de tener mecanismos matemáticos muy buenos para asegurar que los matches no resultaran con sesgos. La primera versión la lanzamos en mayo del año pasado y en febrero de este año ya vimos los resultados y son espectaculares: al 40% de los matches que hacemos los invitan a entrevistas, y al 11% los contratan”, resalta.

Y se permite reflexionar más allá: “yo creo que la inteligencia artificial nos está poniendo en una evolución más grande que la revolución industrial y la regulación del internet. Pero hay dos direcciones: una en la que hacemos inteligencia artificial lo más rápido posible, la dejamos aprender como sea, y el problema es que ese aprendizaje no va a ser de la calidad que queremos, exacerbaría la desigualdad, y otra en la que empujamos fuerte para que se ponga el dinero y el talento en crear una buena IA que nos ayude a reducir desigualdades en muchos temas”.

Su posición respecto a la IA recuerda a la de Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, quien en una entrevista para Forbes México destacó que el debate sobre el desarrollo, implementación y regulación de esta tecnología no debe ser solo tecnológico, sino también social, ético y desde una perspectiva de derechos humanos.

“La discusión era tecnológica, pero la Unesco pone la conversación en su justa dimensión humana y ética porque al final la inteligencia artificial generativa, que es tan disruptiva y está en todos los ámbitos del quehacer humano, está transformando también nuestra sociedad y eso es lo que tenemos que preguntarnos, si nos está ayudando a construir sociedades más inclusivas, más justas, a reducir las desigualdades o si simplemente las está maximizando”, dijo entonces la mexicana Gabriela Ramos.

Fibras sensibles

El trabajo social que Hannah Töpler ha hecho desde Intrare ha tenido repercusión en el plano personal. Y claro, no puede ser de otra manera cuando se trabaja en temas tan sensibles como lo es crear oportunidades laborales para las comunidades históricamente más desfavorecidas y que suelen navegar aguas arriba.

De todas estas comunidades ella ha aprendido más que nunca sobre la resiliencia y la perseverancia. “Pienso en mujeres trans que se han enfrentado a mucha violencia por años, es bien difícil que las tomen en serio. Lo interesante de la perseverancia que las personas desarrollan es que no se rinden aun cuando tienen todo para creer que nada va a funcionar”.

Töpler comparte el caso de un arquitecto venezolano que llegó a México en busca de mejores oportunidades laborales. Cuando arribó al país se topó con un muro que lo excluyó del mercado laboral formal. Recurrió a trabajar como chofer para poder costearse la vida, pero después se cruzó con Intrare y el destino le sonrió.

“Es lo típico (con las personas migrantes y refugiadas): no te creen que eres bueno en tu trabajo, no confían, no te invitan a entrevista, y eso impacto también en la salud emocional. En algún momento logramos colocarlo como arquitecto residente en una empresa de diseño y construcción de muebles. Les encantó trabajar con él. Cuando ya se estaba acabando su contrato le dijeron que se quedara y ahí sigue, súper contento”, relata.

En lo personal, Hannah Töpler también lo ha tenido cuesta arriba: en estos años se ha dado cuenta de que los startups sociales sufren más para acceder a financiamiento que otros proyectos más orientados a maximizar las ventas que a tener un impacto social. “Además, como mujer, a veces no te escuchan tanto, y sí da coraje porque sabes de lo que estás hablando, sabes que tienes una buena solución y quieres que te escuchen”.

En este punto es donde cobra relevancia la red de apoyo que Hannah Töpler ha logrado construir desde su llegada a México.  “Lo más importante para superar los retos ha sido tener amistades muy fuertes, y tengo bastantes amistades importantes con otros emprendedores y emprendedoras increíbles. Para conectarte mejor con financiadores debes tener una red de amistades, que también te ayuda a superar los retos emocionales que puedes tener y compartes con otras personas”.

Hannah sigue viendo a México como su actual hogar. Así será por un buen tiempo, confiesa, porque se vienen más proyectos en su misión de vida: “vamos a lanzar una nueva solución para empresas que nos emociona mucho, basada en nuestra inteligencia artificial. Ahí las empresas van a poder filtrar, seleccionar y gestionar todo su talento. Con eso vamos a empezar a monetizar y va a ser nuestra base para crecer”.

“También vamos a seguir trabajando mucho en la mejora de nuestra inteligencia artificial y de mi lado más personal estoy explorando muchos más caminos para hablar del tema de inteligencia artificial para el bien, que se aprenda más sobre esta tecnología. Se está volviendo mi misión personal”, revela.

 

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