Cada 25 de abril se conmemora el Día internacional de la lucha contra el Maltrato Infantil. Desde la ONG Aldeas Infantiles SOS – encargada de promover y proteger los derechos de los niños, niñas y adolescentes -la Directora de abogacía y estudios, Paulina Fernández, enfatiza en la importancia de erradicar conductas de violencia que marcan la vida de niños y niñas a lo largo del mundo y particularmente en Chile.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, 3 de cada 4 niños de entre 2 y 4 años sufren con regularidad castigos corporales o violencia psicológica de la mano de padres o cuidadores. En Chile, la tendencia hacia el maltrato se mantiene en los últimos 10 años, levantando una gran alerta sobre los cuidados de niños y niñas. De acuerdo con los datos publicados por UNICEF, en Chile el 73,6% de los niños y niñas sufre violencia física o psicológica de parte de sus padres o parientes, y el 53,9% recibe castigos físicos y un 19,7% violencia psicológica.
Desde Aldeas Infantiles SOS, Paulina Fernández señala: “Hay decisiones en materia de política pública que se deben tomar de forma urgente, porque el foco en Chile está puesto en la protección del niño, pero si nos guiamos del ejemplo de otros países que tienen sistemas de protección que funcionan, el foco está puesto en la familia. No es solo el niño el que tiene el problema, es la familia la que tiene un problema y cuando se logra trabajar e involucrar a las familias es cuando se pueden generar cambios trascendentales”.
En entrevista para Woman Times, la directora de abogacía y estudios se refiere a la importancia de trabajar con el círculo familiar para combatir los índices de maltrato infantil en nuestro país, y alerta respecto a las violencias específicas que corren, con mayor frecuencia, las niñas y adolescentes tanto en sus entornos familiares como sociales.
¿Cuál es su llamado principal para este Día contra el maltrato infantil?
Avanzar de manera decidida a modificar los niveles de violencia y maltrato hacia los niños, niñas y adolescentes en nuestro país. Es una responsabilidad como sociedad y del Estado como principal garante de derechos. Debemos trabajar fuertemente en la prevención en los territorios, junto con las familias con miras a fortalecer sus habilidades protectoras y de cuidado, pues la capacidad de cuidado se aprende y desarrolla.
Parte importante de las situaciones de maltrato y violencia hacia los niños, niñas y adolescentes son realizadas por personas de su entorno familiar, pero también en las escuelas, comunidades y en línea. Respecto de quienes pierden el cuidado de sus hijos, éste ocurre de manera significativa por las situaciones de maltrato de las que son víctimas.
Pensando en la importancia de integrar una perspectiva de género en el abordaje del maltrato infantil, ¿qué vulneraciones específicas están enfrentando las niñas hoy en día a nivel mundial?
Las manifestaciones de la violencia son distintas en hombres y en mujeres. Datos de América Latina y el Caribe (UNICEF, 2021), muestran que las niñas y adolescentes mujeres reportan haber experimentado más violencia sexual que los hombres. Los niños y adolescentes hombres presentan mayor frecuencia por las muertes a causa de violencia, incluidos los homicidios y la violencia armada. Los niños y adolescentes hombres también experimentan el acoso escolar con más frecuencia, excepto por el acoso de exclusión (ser apartado del grupo, que se difundan los rumores, etc.) que ocurre con mayor frecuencia entre las niñas y adolescentes mujeres. Sorprendentemente, el castigo físico en el hogar entre las edades de 1 y 14 años se da en proporciones similares para los niños y las niñas; así como el ser testigo de violencia intrafamiliar. En el caso de las niñas, se observa mayor presencia de violencia en el pololeo.
En Chile, se evidencia una tendencia similar a la de la región: Los hombres declaran haber sufrido más episodios de violencia escolar en comparación con las mujeres (UNICEF, 2022); las niñas son víctimas de violencia sexual en mayores proporciones que los niños. Es así que el 90,1 % del total de NNA atendidos en programas de explotación sexual fueron niñas (SENAME, 2020, in UNICEF, 2022); y las cifras sobre víctimas de abusos sexuales y otros delitos sexuales y violencia intrafamiliar (SPD, 2022) muestran que el 72,8% de las víctimas son niñas y adolescentes mujeres; cifra similar para las mujeres mayores de 18 años (80,2%).
¿Cuál es el impacto que han tenido sus Programas de Acogimiento Residencial y de Prevención en la vida de los niños y niñas?
Aldeas Infantiles SOS tiene políticas muy claras de cero tolerancia frente a situaciones de violencia o desprotección en nuestros programas. La organización ha declarado que la protección es tarea de todos, que no se permite la violencia y se promueve el buen trato con los niños, niñas y jóvenes, las familias, los colaboradores y la comunidad; junto a la creación de entornos seguros y protectores mediante la selección idónea de los equipos de cuidado y de su formación, de la creación de comités de protección en sus territorios, y de la definición de canales de denuncia y respuesta oportuna para niños y niñas, jóvenes y familias, así como para los colaboradores, cuando se detecten situaciones que no garanticen protección debida y buen uso de los recursos (política de protección infantil, política de salvaguardia, modelo de prevención del delito).
Por tanto, los niños y niñas que ya han egresado de los programas de Aldeas Infantiles SOS lo hacen en su mayoría a sus familias, restituyéndoles su derecho a vivir en familia. En el caso de los programas preventivos, donde trabajamos directamente con familias, se ha observado un cambio en las pautas de crianza tendientes a disminuir las situaciones de violencia al interior de las familias.
Respecto al trabajo preventivo, es fundamental el trabajo con las familias, para apoyarlas en su rol de crianza, basada en el respeto y el reconocimiento. El Estado debe desarrollar en los territorios una política de promoción y prevención de la violencia, no sólo en las familias, pero en los entornos comunitarios y en los distintos espacios donde transitan los niños, niñas y adolescentes.
Considerando que son las madres quienes generalmente asumen el cuidado de los hijos , ¿de qué manera crees que impacta la propia historia de precariedad de la madre, ya sea en términos económicos o emocionales, en la crianza de los hijos e hijas?
Diversos estudios muestran que las historias de vida de la madre y padre con presencia de violencia al interior de sus familias, puede impactar en la crianza de los hijos e hijas de manera negativa, ya que no necesariamente cuentan con herramientas para el desarrollo de una crianza sin violencia. Aspecto que observamos en un estudio que realizamos sobre Familias al Límite (AISOS, 2015) en que frente al stress de la precariedad y al ingreso a trabajos que agudizan ese stress, aparecen con mayor evidencia situaciones que consumen la capacidad de cuidado al interior de las familias, particularmente en las mujeres que describen en su experiencia familiar, y que sumado a sus propias experiencias de vida, pueden tener un efecto negativo en las relaciones intrafamiliares.
Los temas referidos a la violencia, a la infidelidad, la agresión y el quiebre de la vida conyugal, constituyen todos temas de salud mental. Estas historias raras veces son consideradas en los registros de las instituciones que ofrecen cuidado alternativo a los hijos de estas mujeres, lo cual hace que a pesar de su seriedad y dimensiones, el problema se mantenga invisibilizado, siendo éste un gran tema, que debiera ser considerado por parte de las políticas públicas.
¿Cuáles son las políticas públicas y soluciones que deberían estar disponibles para asegurar una crianza segura?
Una fuerte política en promoción y prevención instalada en los territorios, articulada entre distintos actores. Esperamos que la instalación del sistema de protección integral de derechos (Ley 21.430 de garantías y protección integral) que considera la instalación en todas las comunas de las Oficinas Locales de la Niñez, tenga su foco puesto en esto.
Es fundamental trabajar con las familias, en alianza, fortaleciendo sus capacidades de cuidado. Los cuidadores y sus niños, actores centrales, son los que tienen un conocimiento único sobre sus familias y son las principales influencias en su desarrollo. Se reconoce que no es una tarea que deban emprender en soledad, el Estado debe comprometer su quehacer en acompañar una tarea que surge de la interdependencia social.
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