Lecueder es directora de transformación de Itaú Uruguay, institución donde lidera un proceso de cambio interno en base a metodologías ágiles; y creadora de Degusto, el festival gastronómico más importante del país.
Según un informe de 2019 de ONU Mujeres, en Uruguay solo el 35,7% de los cargos directivos (directores y gerentes) son ocupados por líderes femeninas. Un panorama que viene cambiando en los últimos años, pero que necesita más visibilidad y acciones que impulsen la equidad. Florencia Lecueder es parte de este porcentaje de mujeres que viene aumentando y promoviendo cambios internos en las organizaciones.
Lecueder (35) es natural de Montevideo, estudió y se recibió de contadora pública por la Universidad de la República, pero luego descubrió su pasión por el mundo del marketing. Estudió un MBA en el IAE Business School de la Universidad Austral de Argentina, formación que le brindó herramientas para la toma de decisiones en los negocios. Actualmente es directora de transformación de Itaú Uruguay, institución en la que trabaja desde hace 12 años. También es creadora de Degusto, el festival gastronómico más importante del país. Emprendió desde sus 16 años y creó su propia marca de indumentaria, una experiencia que le brindó aprendizajes y acumulo para los desafíos que vendrían en su carrera profesional.
¿Qué te motivó a trabajar en el área que hoy te desempeñas?
Hace unos años, cuando era responsable de Marketing, empecé a detectar cómo el trabajo con las agencias de publicidad tenía varias oportunidades de mejora en cuanto a los procesos y flujos de trabajo, más que nada por la división entre “cliente” y “agencia”. Eso me llevó a interiorizarme en metodologías ágiles y el empezar un proceso junto a una de nuestras agencias para trabajar de una manera diferente, trajo muy buenos resultados. Años después me certifiqué como Scrum Master y empecé a liderar lo que era la Banca Digital en Itaú Uruguay y al tiempo el proceso de transformación. En todos los casos, mi principal motivador es crear y llevar a la práctica proyectos de impacto, con foco en las personas. Empecé a descubrir que con una visión clara y sacando lo mejor de cada persona del equipo se puede llegar muy lejos.
¿Cómo fue el proceso de llegar a ser directora de Transformación en Itaú?
¡Sin dudas, inesperado! Me encontraba liderando la transformación y al tiempo se decide crear una nueva dirección en Itaú que reúna a varias áreas transversales al negocio: Área de Personas, Oficina de Transformación, Centralidad en el Cliente y UX, Marketing, Sustentabilidad y Comunicación Corporativa. Creo que mi background de tantos años en Marketing y de liderar la banca digital aportaron en mi camino, pero, si tengo que destacar una virtud, es el foco en las personas y liderazgo lo que me ayudó a llegar.
¿Qué dificultades encontraste por el camino, o cuáles observás que se enfrentan las mujeres en general para llegar a posiciones de liderazgo?
Mi principal barrera fue el “síndrome del impostor”. Es esa sensación de inseguridad respecto a lo que uno es, representa y sobre los resultados que entrega. Siempre trabajé muy duro para crecer y evolucionar, pero nunca había visualizado que iba a llegar donde estoy hoy. Es algo en lo que sigo trabajando día a día. Es constante la cantidad de veces que intercambio con mujeres que no se creen meritorias para postularse a un cargo de liderazgo, para liderar un proyecto o lo que es peor: para hablar en una reunión con varios hombres y mujeres. Sin dudas que todavía queda mucho por evolucionar. Hoy soy mamá de Manu y Clarita (4 y 2 años) y me esfuerzo mucho para romper algunos paradigmas y que ellos puedan crecer con creencias diferentes a las instauradas años atrás. De todas maneras, sigue siendo un gran desafío.
¿Cuál era el porcentaje de mujeres desempeñándose en posiciones de liderazgo en las empresas que trabajaste? ¿Y en Itaú?
En Itaú venimos trabajando hace muchos años en equidad de género y puntualmente en que haya más mujeres en puestos de liderazgo. Empezamos este camino en 2017, cuando adherimos a los compromisos de los WEPS (Principios de Empoderamiento de las Mujeres) de la ONU. Hoy Itaú cuenta con un 49% de mujeres trabajando y este año llegamos a una representación de 40% de mujeres en puestos de liderazgo. Este último indicador creció muchísimo en los últimos años. Todavía hay una brecha en el Comité Ejecutivo donde yo soy la única mujer, pero lo importante es seguir trabajando en que los procesos de selección tengan como base la meritocracia.
Hoy estás liderando un proceso de cambio interno en base a metodologías ágiles. ¿De qué se trata y cómo se está desarrollando este proceso?
El principal cambio que estamos viviendo es el de poner al cliente en el centro y generar las mejores experiencias. La agilidad tiene como base el feedback de los clientes y pone foco en la entrega de valor de forma continua. Somos una empresa de servicios y es muy importante poder dejar de tomar acciones en base a lo que uno cree que es lo mejor para el banco y hacerlo porque es mejor para el cliente. Parece algo fácil, pero es difícil y en eso nos estamos enfocando. Trabajamos en comunidades: un conjunto de equipos ágiles multidisciplinarios con objetivos claros y compartidos. Hoy en día tenemos 20 equipos ágiles organizados en tres comunidades que se dividen según el ciclo de vida de nuestros clientes. Esto nos asegura que los equipos tengan como foco los objetivos de negocio y experiencia del cliente con tecnología y datos como core.
Esta nueva forma de trabajar implicó que reestructuremos varias áreas, se rediseñen los perfiles de las personas que ingresan al banco y vivamos un gran cambio cultural que involucra a toda la organización Cuando hablamos de transformación en Itaú, hablamos de transformar la manera en que veníamos haciendo las cosas, de desafiar el status quo, de transformar nuestra cultura. Para eso es necesario tener clara la visión y trabajar todos los días en generar un cambio de mindset en cada uno de los colaboradores. Este proceso lo estamos viviendo en conjunto con Paraguay y Argentina, lo cual hace que nos podamos ayudar unos a los otros.
¿En tu opinión el tema de la equidad en las empresas está avanzando? ¿Qué queda por hacer?
En estos últimos años no solo se ha empezado a hablar del tema, sino que las empresas empiezan a sentirse responsables de hacer algo al respecto. Esto llevó a que empiece a verse un avance. Hay empresas en las cuales la equidad está cerca y otras donde la brecha es mucho mayor. Queda mucho por hacer. Los principales desafíos son el de trabajar en los sesgos, en la seguridad y autoestima de las mujeres. Es muy importante poner foco y trabajar todos estos aspectos más “blandos” pero implícitos en cada organización. Además, es muy importante poder involucrar a los hombres en la conversación. En Itaú, el año pasado nos animamos a dar ese paso. Realizamos un ciclo de talleres de mujeres y hombres en los que debatimos sobre los estereotipos asociados al género y las limitaciones que estos imponen. La mayor parte de los hombres creía que los temas de equidad ocurrían de la empresa para afuera. Como resultado de este ciclo, obtuvimos una declaración conjunta que nos permitirá seguir avanzando en el camino de equidad dentro de Itaú.
¿Qué es lo que más te sorprende y te motiva en tu trabajo?
Lo que más me motiva, sin dudas, es el poder generar un cambio positivo en las personas: de la empresa y también en la sociedad. Poder tomar decisiones que impacten directamente en el ecosistema es de lo que más me satisface.
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