La primera directora del Teatro Municipal reconoce que después de los acontecimientos que han golpeado el centro de Santiago hay quienes han tomado distancia del escenario de Agustinas. Aún así, “en el mundo de las artes que cultivamos, seguir adelante es un mensaje de estoicismo, de liderazgo y fortaleza”, afirma, al destacar la llegada de un 45% de público nuevo, gracias a las plataformas virtuales implementadas durante la pandemia.
Fueron casi dos años de puertas cerradas, con elencos que desde sus casas y vía remota iban mostrando sus avances y ensayos a través de transmisiones en vivo, por facebook e instagram, como una manera de confirmar que el gran escenario del centro de Santiago no estaba atravesando un largo sueño como el de la Bella Durmiente. En medio de una programación renovada, casi de emergencia cultural, sucedió el milagro. “Ha sido emocionante para todos, muy positivo y revitalizador… Apareció un público nuevo que nos descubrió gracias al trabajo digital que hicimos en pandemia”, dice Carmen Gloria Larenas, la actual directora del Teatro Municipal de Santiago.
Como si fuera una ópera, con clímax incierto y feliz desenlace, el encierro se transformó en fortaleza y eso les permitió dar un paso adelante para superar las barreras de acceso. La combinación de espectadores históricos más nuevos públicos, abrió otros caminos. “Para nuestros artistas ha sido emocionante reencontrarse entre ellos y con el público, con su espacio de trabajo. No sin desafíos, por supuesto. Me han dicho cosas emocionantes, como ‘esta es la primera vez que vengo al Teatro Municipal’. Eso ha llenado mi corazón y me infunde ánimo y esperanza”.
La plataforma Municipal Delivery fue una herramienta que les permitió superar las barreras de acceso, como la geográfica y económica. “Entramos al centro de familias diversas, con una gran necesidad por disfrutar lo que el Teatro propone artísticamente. Entendieron que los espacios culturales son para todas las personas. Y ahí está la explicación de ese 45% de público nuevo que ha llegado desde septiembre a la fecha”.
–Cree que lo digital pudo reemplazar el vacío que generó la ausencia de espectáculos en vivo, ¿o fue algo que se fue complementando?
–Lo más importante para mí es haber entendido que lo digital no era un fin en sí mismo, sino una herramienta para articular estas expresiones artísticas de una manera más cercana para las personas. Y el ciclo con La Red Televisión, que acaba de terminar, permitió abordar la brecha digital y recuperar un espacio para el Teatro y sus artistas que estuvo cerrado por tanto tiempo. El Teatro Municipal de Santiago está más vivo que nunca.
–Tanto tiempo a puertas cerradas y luego una lenta presencialidad… ¿No apareció cierta frustración de los artistas?
–Fue difícil mantener el ánimo arriba, pero la pasión siempre puede más. Hemos ido superando juntos los desafíos, los miedos, las diferencias. Es un trabajo diario.
–¿Como primera directora del teatro, le tocó el estallido social y la pandemia, a qué conclusiones llega hoy?
–Es una pregunta difícil de contestar, pero se me ocurren dos grandes y de otros (y a veces uno no se da cuenta de inmediato). Lo segundo es que no sabemos en verdad qué pasará mañana. Esto último, es muy paradójico considerando los tiempos involucrados en las artes que aquí cultivamos, siempre pensando a largo plazo, programando para dos años más. Me siento honrada de estar en este cargo (siempre pienso en mi papá) en este preciso momento, incluso. He debido guardar algunos sueños y aprender a razonar diferente. Pese a lo que parezca, aquí hay poco espacio para gustos o caprichos. Y eso es una buena lección de humildad.
CAMINO A CASCANUECES
–De ahora en adelante, ¿qué cosas le gustaría desarrollar en términos de institucionalidad y programación que, de alguna manera, marquen su impronta, su estilo?
–A nivel institucional me gustaría seguir la línea que hemos venido trabajando. De articulación y comunicación con los públicos más diversos, develando la importancia de este teatro, desde su relevancia arquitectónica hasta como se impone como un espacio ciudadano vinculado a la historia de Chile. En lo programático, mi mayor desafío es encontrar los espacios para la mayor y mejor exposición de los artistas chilenos y el desarrollo de sus carreras. También crear experiencias para los públicos.
Sueño con la sala llena de lunes a domingo, con entradas agotadas y un público diverso. Si al final de mi labor erradicamos la frase “el Municipal es para algunos”, me sentiré feliz.
–Cascanueces se presenta este año con nueva producción a cargo de Luis Ortigoza. ¿Qué novedades tendrá este clásico de Navidad?
–Es una producción que rinde homenaje a la Rusia que existía cuando fue estrenada la obra, en 1892. A esa Rusia de Tchaikovsky ya convulsionada, contradictoria, rural y al mismo tiempo lujosa. De escritores, de boyardos, de los huevos Fabergé. Mucha belleza desde diferentes puntos de vista. Hay un trabajo de diseño estupendo con Jorge Gallardo y el taller de vestuario está en manos de Pablo Núñez… No podemos pedir más. La coreografía, que está en proceso, diría que tiene vértigo y emoción.
VOLVER AL CENTRO
–Después del estallido social y de la nueva configuración política de la comuna de Santiago, ¿siente que una parte importante del público, específicamente la élite social del país, ha tomado distancia del Teatro? De ser así, cuál es su reflexión y su llamado.
Sí, una parte ha tomado distancia por diferentes razones y eso me entristece. Porque estoy segura de que a esas personas debe conmoverles la maravilla de la música para su vida, para su corazón. Creo que todos debemos abandonar los prejuicios, tenemos que abrirnos a nuevas ideas o formas de expresión artísticas. Es más que nunca el momento de tomarnos de la mano para transitar este camino que permite encontrarnos. Y ese tomarse de la mano, con nosotros, es acompañarnos en las funciones, comprando una entrada o donando. Personas por personas, sin etiqueta de ninguna especie. Ese es mi mensaje.
–El Teatro fue un testigo potente en plena zona de sacrificio durante las manifestaciones sociales… Ahora, ¿cómo este histórico edificio de la cultura chilena podría liderar la recuperación de un centro castigado y deprimido?
–Abriendo sus puertas todos los días, con funciones, visitas guiadas, otras actividades. Dando vida y arte a todas las personas. Ampliando sus públicos; llegando cada día a más personas. Las personas son el centro de lo que hacemos y mientras ellas vengan al Teatro, podremos seguir adelante, pese al contexto. En el mundo de las artes como las que cultivamos, seguir adelante es un ejemplo, un mensaje de estoicismo, de liderazgo y fortaleza.
Basta pensar en qué contexto se estrenó la Sinfonía Leningrado de Shostakóvich. ¿Alguien podría decir que hacerlo fue indiferencia por la guerra? Al contrario, eso fue un gesto de esperanza y vida.
–Si existe este rol del Teatro para que los chilenos volvamos al centro de la capital, un lugar que además ahora acoge a los constituyentes que redactan una nueva Constitución, cómo imagina el futuro… ¿El Teatro se hará parte de este proceso histórico?
–El Teatro ha sido parte de todos los procesos históricos de Chile. Aquí se firmó el voto universal femenino y aquí se celebra desde hace 164 años la Gala Presidencial del 18 de septiembre y también tuvimos recientemente una gala constituyente. Esa ha sido nuestra historia… Larga vida al Municipal de Santiago.
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