La periodista del New York Times, de madre chilena y padre estadounidense, acaba de ser galardonada por segunda vez con el premio más importante del periodismo, luego de publicar “Niña invisible”, un reportaje de investigación sobre una niña que vive en la pobreza de Brooklyn.
Son pocos los periodistas en el mundo que logran hacerse en su carrera con un Premio Pulitzer, el más importante reconocimiento a un trabajo periodístico. Pero en el caso de la chilena estadounidense Andrea Elliott Romero, el premio a su trabajo le ha llegado por duplicado.
Elliott fue la ganadora de la versión 2022 de los premios Pulitzer, luego de que publicara el reportaje “Niña Invisible”, un trabajo que durante 8 años siguió la vida de Dasani Joanie Lashawn Coates, una niña negra de 11 años que vivía en un refugio para personas sin hogar en Brooklyn. La investigación se dividió en cinco entregas y se convirtió recientemente un un libro, su primero, editado por Penguin Random House.
La periodista siguió a la niña en todas sus actividades, conoció a su familia y hasta le consiguió teléfonos celulares para que se pudieran entre ellos. “La persona que verdaderamente ha hecho historia con el poder de su historia es Dasani Joanie-Lashawn Coates, quien está aquí con nosotros, escuchando en este momento. Dasani, este es tanto tu momento como el mío. Este es el mundo que te dice que tu historia importa”, dijo la periodista en la premiación.
“Mi mayor esperanza es que “Invisible Child” abra los ojos de las personas sobre cómo se desarrollan la pobreza, la falta de vivienda y el racismo estructural, en el terreno. Y que ver la vida de esta niña valiente, desde sus cargas más profundas hasta sus mayores esperanzas, es ver a nuestra nación en todas sus dimensiones”, completó.
En tanto, en 2007 Elliott también había recibido un premio Pulitzer por “Un imán en América”, una serie de artículos sobre Sheik Reda Shata, un imán nacido en Egipto que vive en Brooklyn y que destacaba los desafíos de un líder religioso musulmán en la Nueva York posterior a los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Andrea nació en Washington D.C. el 14 de diciembre de 1972 y es la segunda de una familia de tres hermanos. Pese a crecer en Estados Unidos, siempre estuvo vinculada con Chile y no sólo a través de su madre: su padre, el norteamericano Robert Elliot fue el abogado de varios chilenos en el exilio, incluyendo a Orlando Letelier, entre otros. Su madre, en tanto, la chilena María Gloria Romero se desempeña como terapeuta especializada en trauma y ambos se conocieron en 1968, en un asado. Él era un estudiante de leyes en Harvard que viajó a Chile con una beca de intercambio y ella, en ese momento, era alumna de derecho.
Pero su cercanía con el mundo chileno la trajo a Santiago en 1994. Estaba en el tercer año de estudios de literatura inglesa comparativa en el Occidental College de Los Ángeles y se vino a través de un programa de intercambio a tomar clases de literatura e historia en las Universidades de Chile y Católica, por seis meses. Luego se quedaría varios meses más trabajando. “1994 fue un año mágico en mi vida. Llegué a Chile a estudiar y terminé participando en una aventura que no podría haber soñado. Ese año, me hice amigos para toda la vida; me reencontré con mis raíces chilenas; viajé por todos lados”, recordó en entrevista.
Ya de vuelta en Estados Unidos, Elliott partió como reportera en el Miami Herald cubriendo hechos de crónica, desastres naturales y política latinoamericana y luego se mudó al New York Times, donde pudo realizar trabajos de investigación más extensos y donde pudo darle un enfoque más literario a sus trabajos. Así, a lo largo de los años de reporteo y publicaciones, Elliot ha cosechado una decena de premios de excelencia, entre los que se incluyen sus dos premios Pulitzer.
Andrea está casada con el también periodista Tim Golden, quien paradójicamente ha recibido dos Pulitzer igual que ella. Se conocieron en una comida en 2003 y se casaron dos años después. Tienen dos hijas y la periodista, en entrevista con El Mercurio, recordó la emoción de haber sido galardonada en 2007, por primera vez: “Muchos periodistas sueñan con ganar un Pulitzer, y por otro lado nadie puede creerlo cuando pasa. Yo estaba manejando con mi marido y mi mamá cuando me llamaron para darme la noticia. Salimos del auto y empezamos a saltar y gritar, en medio del tráfico. Fue uno de los momentos más grandes de mi vida”.
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