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El aprendizaje de Paula Assler

En enero de 2016, dos de sus hijas murieron en un accidente en el mar de Perú, y tras superar el duelo luego de años de terapia escribió “Si digo muerte digo vida”, un libro donde comparte su dolorosa experiencia y también su manera de reconciliarse con la muerte. 

El 18 de enero de 2016, mientras Paula Assler y su familia estaban de vacaciones en la playa La Venturosa, en Chocaya, a 100 kilómetros de Lima, dos de sus hijas, María José (34) y Antonia (23) murieron ahogadas luego de haber sido arrastradas por la marea. La experiencia le cambió la vida a ella y su familia, y tras largos siete años de terapia, publicó “Si digo muerte digo vida”, donde además de contar su experiencia, también ayuda a mirar a la muerte con otros ojos. 

“En este mismo instante, mientras escribo, lloro. Las lágrimas no me dejan ver. Dejo el lápiz y miro la pared. No puedo parar de llorar. Vuelve un dolor tan intenso como el del primer día en la playa. Miro los altares que tengo para cada una de ellas en mi escritorio. Siento que su presencia no se disipa nunca. Siento que su presencia no se disipa nunca, me persigue, me tortura. Quisiera estar durmiendo profundamente… Lloro. Pero sé que, una vez más, después de llorar, la vida se encargará de empujarme. Y estaré en pie”, escribe Paula en su libro, donde también narra la historia de su vida, su separación y la de sus padres y sus búsquedas internas.

“Me lloré el libro entero, lo tuve que leer siete veces, lo corregí muchas más, es un libro que, en principio, tenía 400 páginas y que tuve que acortar porque en Chile no se lee tanto. Pero después de terminarlo me sentí mucho más aliviada. Para mí la escritura fue y es una tremenda contención. Mi editora nunca había corregido un libro así, tan emocional y tan duro. Yo les digo a mis niños que cuando me muera que me entierren con el libro. Porque si en sesenta años o en cien años más abren el cajón y lo encuentran, sería maravilloso que alguien lo pudiera leer, sería maravilloso poder ayudar con mi testimonio”, dijo en entrevista con Tell.

Todas las ganancias del libro serán donadas al Movimiento Positivo de la Muerte, que dirige Simón Engel y que busca generar espacios de contención para aquellas personas que se encuentran atravesando algún tipo de duelo y también ayuda a resignificar la percepción de la muerte, aprender a naturalizarla y transformarla en una oportunidad para darle un nuevo sentido a la vida y a nuestra relación con el entorno. 

“Después de la muerte de mis hijas aparece todo esto de ayudar al otro, de escuchar el dolor de ese otro. Y esa es mi tarea hoy. Aquí y ahora. Simón me comentaba que ya con el hecho de hablar y escucharse, las personas que van salen más felices, como si hubieran ido a una terapia”, cerró.

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