La filósofa y activista estadounidense se ha convertido en un imprescindible para entender el feminismo actual y su libro, “El género en disputa”, se considera la obra fundacional de la teoría queer.
“Al inicio de nuestras vidas no venimos al mundo como simples personas, como infantes. Se nos reconoce como personas cuando nos asignan un sexo, aunque a veces los doctores encuentren cuerpos intersexuales, ambiguos, y no sean capaces de responder. Y cuando te asignan un sexo, se te comunica algo, unas expectativas de cómo será tu vida. ¡Oh, es una chica! Pongamos ese color en la cama. El futuro de la chica se comienza a imaginar desde que la llaman chica. Y si es un chico, ¡oh, es un chico!, se imaginan otra historia de su vida, qué pasos dará, cómo será su sexualidad, su matrimonio, su trabajo. Te imaginan la vida de género antes de imaginarla tú”.
Así explicaba Judith Butler en 2018 a un auditorio lleno de adolescentes cómo el género nos condiciona desde el primer minuto de nuestras vidas y las expectativas que uno habrá de cumplir a lo largo de los años. Nacida en Cleveland en 1956, profesora en Berkeley, judía antisionista, activista en los movimientos defensores de derechos de gays y lesbianas, con la publicación en 1990 del ensayo “El género en disputa”, Butler cuestionó las nociones tradicionales de sexo y género sentando las bases de la teoría queer y revolucionando el debate feminista.
La obra, hoy considerada un referente para la comunidad LGBTIQ+ y el movimiento feminista, vino a hablar de géneros binarios, géneros fluidos y de la explosión del mundo trans cuando nadie más hablaba del tema y se originó como una crítica a la idea esencialista de que las identidades de género son inmutables y de que está arraigadas en la naturaleza, en el cuerpo o en una heterosexualidad normativa y obligatoria.
Así, Butler defendía que el género es una suerte de performance, una actuación de acuerdo con las expectativas que la sociedad inscribe en los cuerpos de las personas al nacer. De hecho, cuestionaba incluso la división entre sexo, como algo biológico y género, como algo socialmente construido. En su opinión, los cuerpos sexuados no pueden ser leídos sin el género, y de hecho, tanto el sexo como el género los construye la sociedad.
Hace unas semanas, Butler fue galardonada con el XXXIII Premio Internacional de Catalunya, correspondiente al año 2021 pero que no se pudo entregar por pandemia, por su brillante trayectoria de “combatir todo tipo de violencia”, especialmente la que determina “la vida de los colectivos más vulnerables”, según expresó Pere Aragonés, presidente de la Generalitat.
“No hay una sola identidad, yo viajo de una a otra. Es necesario desnaturalizar y desesencializar ciertos conceptos que ‘nos vienen dados’ y romper con las dicotomías en las que siempre pensamos para poder desplegar el tema del género en otras dimensiones”, dijo en entrevista a EFE. “Las mujeres, las personas de género disidente, las minorías sexuales, generalmente no son reconocidas y por ende viven en un cuerpo que tampoco lo es”. A su vez, la filósofa agrega que “el feminismo debe estar comprometido con la libertad de género, la igualdad radical y las alianzas con otras posiciones minoritarias o disidencias sexuales”.
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