De joven sufrió bullying por su apariencia y años después se convirtió en un emblema de la industria. Su aspecto andrógino abrió las puertas a quienes le sucedieron. El año 2021 fue nombrada, a sus 56 años, como la modelo más destacada reafirmando su plena vigencia y el éxito de su lucha por terminar con los estereotipos tradicionales.
Definida como “una vampiresa de poses exageradas”, la modelo norteamericana Kristen McMenamy fue la primera en romper por completo con los estereotipos tradicionales y abrir la puerta a la valoración de una belleza distinta. Con su aspecto andrógino ha sido catalogada por la prensa como una de las precursoras de la “era grunge en la moda” y un verdadero ícono de la década de los noventa. Aunque nunca dejó de modelar, su fama revivió el año pasado luego de ser reconocida como la maniquí más destacada por el sitio Models.com que anualmente elige a las representantes más destacadas de la industria. Un merecido reconocimiento para quien sigue deslumbrando en la pasarela como el primer día.
Su comienzo no fue nada fácil. Su look no era el acostumbrado y era constantemente rechazada, a tal punto de que le sugerían pasar por un cirujano plástico para poder abrirse en el mundo de la moda. A pesar de tener excelentes calificaciones, sus compañeros la llamaban “esqueleto” y se burlaban de su figura. “Fui rechazada por todo el mundo. ¡Pero estaba obsesionada! Brillar en la industria era la única cosa que más deseaba en mi vida y nunca estuvo en mis planes renunciar a mis deseos. De alguna forma, siempre supe que iba a triunfar”, dijo, en una entrevista reciente, en que reconoció sentir orgullo por su “determinación y temple de acero”.
Nacida en Pensilvania, es la tercera hija de siete hermanos de una típica familia católica con ascendencia irlandesa. De madre enfermera y padre ingeniero químico, recibió varios portazos antes de 1985, cuando a sólo 18 años tuvo su primera oportunidad de mano de la diseñadora Jil Sander. A partir de ese momento, algunas de las marcas más importantes la buscaron para sumarla a sus campañas. Al tiempo, su inconfundible rostro era parte de las campañas de Chanel, Versace y Marc Jacobs.
Los noventa fueron sus años dorados y se acostumbró a vivir entre París, Milán, Londres y Nueva York. En 1993, se sometió a un cambio de look radical, cortó su cabello rojo, lo tiñó de negro y rasuró sus cejas por completo, un clara señal de que no estaba dispuesta a seguir las reglas sino a que imponer las suyas. La industria reaccionó y se convirtió en una de las musas de Karl Lagerfeld. Además, firmó con la agencia Elite, desde donde saltó a Ford Models. También, tuvo un exitoso paso por el teatro y el cine, pero para ella su máximo logro fue el matrimonio con el fotógrafo de moda Miles Aldridge, con quien tiene tres hijos.
A los 56 años, demostró su vigencia al ser elegida como la modelo más importante del mundo, días antes de abrir el desfile de Alta Costura de Valentino que estuvo dedicado a destacar la nueva figura femenina. “Es un honor que recibo con orgullo porque siento que es un premio a mi consecuencia y lucha por demostrarle al mundo que la belleza es también libertad y consecuencia. Mi mensaje especialmente para las nuevas generaciones es que no abandonen sus sueños”, manifestó, tras recibir el premio.
Según los críticos de moda, “en el tiempo de las supermodelos, ella fue la primera belleza excéntrica e inusual en luchar a su manera contra las convenciones que sólo admiten la belleza clásica y femenina, por ello ha aparecido en las portadas de Vogue y en otras revistas famosas”. Su excéntrica apariencia sumada a su personalidad arrolladora, sus cambios de look o sus declaraciones públicas, han hecho de McMenamy una figura eterna en las pasarelas del mundo.
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