Su vida está marcada por la anorexia y la ausencia de su padre, el músico Phil Collins.
Pese a las críticas por la liviandad de la serie y por los estereotipos negativos que se hace de los franceses, lo cierto es que, al igual que la primera temporada, la segunda entrega de “Emily in Paris” se convirtió en una de las producciones más vistas de Netflix. Y su protagonista, Lily Collins, negoció muy bien sus honorarios: 3 millones de dólares, según medios internacionales.
A sus 31 años, Lily está en el peak de su carrera con una legión de fanáticos que la siguen no sólo por su talento y carisma, sino también porque es un referente de moda. Pero no siempre fue así. Tuvo una vida muy difícil marcada por la ausencia –a partir de los 5 años– de su padre, el músico Phil Collins, y la anorexia.
Durante su niñez vio mucho más a Elton John, amigo de su mamá y quien más de alguna vez hizo las veces de ‘niñero’, que a su papá y sólo se dio cuenta de la fama de su progenitor mientras pasaba unas vacaciones en Disneylandia y vio a una persona que llevaba una polera con la cara del músico.
Según ella misma ha contado, siempre estaba triste, y en su adolescencia, trató de controlar su peso a punta de ejercicios y laxantes. Luego vino la bulimia y su “dieta” consistía básicamente en chicle, café y atracones de comida chatarra.
“Estaba llorando en el suelo, metiéndome la mano en la garganta y tratando desesperadamente de vomitar”, escribió en 2017 en su libro biográfico ‘Sin filtro: sin vergüenza, sin arrepentimientos, sólo yo’ (“Unfiltered: No Shame, No Regrets, Just Me”), donde contó con detalles de la mala relación con su padre, con quien hoy ya está reconciliada.
“Te perdono por no haber estado siempre que te he necesitado. Y por no ser el padre que esperaba (…) te perdono los errores que has cometido. Y aunque parezca que es muy tarde, no lo es. Aún hay mucho tiempo para seguir adelante”, declaró en esa biografía.
Producto de su desorden alimenticio, se detuvo su ciclo menstrual, y eso la hacía sentirse como “una mujer joven en el cuerpo de un niño pequeño”.
Además, Lily sufrió de violencia física y psicológica por parte de un novio que la obligó a aislarse de sus amigos y familiares.
A partir 2009, su vida mejoró cuando hizo un casting y fue seleccionada para interpretar a la hija de Sandra Bullock en “Un sueño posible”. De ahí en adelante su carrera fue en ascenso. Su trabajo más difícil fue en 2017 cuando filmó “To the Bone” (“Hasta los Huesos”), donde interpretó a una joven que luchaba contra la anorexia. Para hacer ese trabajo tuvo que bajar mucho de peso, pero se asesoró con una nutricionista y estuvo contenida por su madre y el equipo de producción, porque es muy consciente de su pasado.
“Nunca se borrará porque es parte de lo que eres (…) Pero ya no define cómo vivo mi vida a diario”, ha dicho.
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