La participación femenina en la gran minería, uno de los pilares del desarrollo económico del país, aumentó en un 50% sólo en la última década. En contra de mitos y leyes que no las dejaban ni siquiera entrar a las faenas, el aterrizaje de las mujeres es una tendencia en alza.
La maquinaria pesada, las extensas horas de trabajo y la exigencia física de sus faenas han mostrado a la minería como un lugar poco amable con las mujeres, quienes históricamente han representado un porcentaje muy bajo de participación en el rubro. No sólo eso. Existía un mito que decía que si una mujer entraba a una mina, significaba tragedia, y eso además dio pie para que se escribieran leyes, como una que se aprobó a principios del siglo pasado y que prohibía el acceso de mujeres y niños a las faenas para protegerlos de ese ambiente. Fue derogada recién en 1997, cuando las autoridades se percataron de su existencia.
Sin embargo, las actuales iniciativas de inclusión laboral y equidad de género, sumado a la aparición de ONGs que promueven y apoyan el desarrollo de la mujer en la industria minera, han hecho que se posicionen en las distintas jerarquías del mercado, desde los puestos de administración hasta el área de extracción de los distintos materiales. Sólo en la última década ha aumentado en un 50% la incorporación de mujeres en la industria. Según cifras del estudio de Fuerza Laboral de la Gran Minería Chilena, el año pasado la participación femenina alcanzó un 11,7%, que, si bien viene en aumento, todavía es un número reducido si se compara con otros países y si además se toma en cuenta que la minería es una de las principales actividades del país, con más del 10% del PIB anual.
Natalia Zúñiga (32) trabaja en la mina El Teniente, per teneciente a Codelco y ubicada en Machalí. Es jefa de Proceso de Extracción y tiene a cargo a 120 operadores, de los cuales tres son mujeres. “Era un desafío diario tener que mostrar que las mujeres también podíamos trabajar en minería y llegar a los mismos puestos que los hombres. Actualmente todas las empresas se están encargando de adoptar acciones para retener a las mujeres, sólo deben atrever- se, en este tiempo hemos sido capaces de demostrar todo lo que podemos aportar”.
Se calcula que para 2023 se necesitarán cerca de 30.000 personas en la industria, por lo que aumentar el porcentaje de mujeres también tendrá que ver con la necesidad de mano de obra cualificada. Por eso, el rubro ha sido terreno fértil para la aparición de agrupaciones y ONGs que promueven la llegada de la fuerza femenina a la industria.
Una de ellas es Women In Mining Chile, una agrupación que nace en 2015 y que ya cuenta con más de mil socias. Su propósito es incluir el talento femenino, contribuir a las buenas prácticas, e impulsar la equidad de género en el rubro. “La participación de ellas en el sector minero representa una oportunidad para tener un empleo de calidad, generar ingresos y ejercer autonomía económica, al mismo tiempo que realizan un aporte a la productividad e innovación del sector, contribuyendo así al desarrollo sostenible y a una mayor igualdad”, dice Carla Rojas, vicepresidenta de la ONG.
Además, la agrupación tra ta de prevenir el acoso dentro de la industria. Según un es tudio, un 98% de las mujeres entre 25 y 35 años dice haber sufrido algún tipo de acoso sexual en el trabajo, desde piropos hasta saludos incorrectos. “Tratamos de brindar un marco de protección comple to a las trabajadoras, a la vez que las apoyamos en su desarrollo profesional”, afirma.
Atentos a esta realidad, los integrantes de la Sociedad Nacional de Minería lanzaron un decálogo para la incorporación de la mujer y la conciliación de la vida laboral, familiar y personal y las empresas ya se adaptan a esta tendencia que es cada vez más real: en la gran minería, cada vez existen más rostros de mujer.
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