Hoy se conmemora el día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y recordamos a Las Mariposas, el apodo con el que se conoció a estas tres mujeres asesinadas por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”. La frase la repitió varias veces Minerva Mirabal, la más activa de Las Mariposas, como se les conocía a ella y a sus hermanas Patria y María Teresa, férreas opositoras a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
El 25 de noviembre de 1960, cuando Minerva sólo tenía 26 años; Patria, 30, y María Teresa, 36, el dictador dio la orden de matarlas. Sus cuerpos fueron encontrados destrozados en el interior de un jeep hundido en un barranco, en Salcedo, al noreste de República Dominicana. Horas antes las habían matado a golpes. Las metieron dentro del vehículo para simular descaradamente un accidente, pero nunca hubo duda de que se trataba de un crimen.
De hecho, Ciriaco de la Rosa uno de los asesinos lo reconoció ante tribunales en 1962, cuando Trujillo ya había sido asesinado.
“Después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas, María Teresa. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta, Minerva, yo elegí a la más bajita y gordita, Patria, y Malleta al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no fuesen parte de la ejecución de cada una de ellas. Traté de evitar este horrendo crimen, pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo y de Johnny Abbes García. De lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”, dijo.
Si bien el crimen se considera político, también hubo violencia de género. En junio de 1949, los Mirabal, una familia acomodada, fueron invitados por las autoridades a una fiesta en honor a Trujillo. Aunque eran opositores al régimen, resultaba peligroso decir que no. De inmediato Trujillo se sintió atraído por Minerva.
A mediados de agosto de 1949, la familia Mirabal nuevamente recibió una invitación para la inauguración del Hotel Montaña, en Jarabacoa. Esta vez el director bailó con Minerva e intentó seducirla. Ella detuvo el baile y lo rechazó.
Una tercera invitación fue la “declaración de guerra” definitiva. Fue el 12 de octubre de ese mismo año en una fiesta en la Villa Borinquen, lugar de descanso del tirano. Dado lo ocurrido durante la segunda invitación, la madre no quería que Minerva asistiera, pero, por miedo a lo que pudiera ocurrir después –teniendo en cuenta todos los horrores que se vivían en el país- fue toda la familia.
Nuevamente Trujillo intentó seducir a Minerva y ella no sólo lo rechazó, sino le dijo que dejara en paz al fundador del partido socialista, Pericles Franco, su gran amigo, algo que irritó al tirano.
Pocos días después, el padre de las hermanas, Enrique Mirabal, fue encarcelado al igual que Minerva y a varias de sus amigas. Las interrogaron sobre las relaciones de Minerva con el Partido Socialista Popular y, especialmente, con Pericles Franco.
Estuvieron varias semanas en prisión. Una vez liberados, los Mirabal fueron constantemente espiados. El padre falleció el 14 de diciembre de 1953.
En noviembre de 1955, Minerva contrajo matrimonio con Manuel Aurelio Tavarez Justo, un combatiente clandestino antitrujillista, quien fue asesinado 3 años después de su esposa.
Simbólicamente, Minerva sí sacó sus brazos para hacerse más fuerte después de su muerte, porque su lucha incansable por la libertad quedó escrita en las páginas de la historia del mundo. Desde 1981, Latinoamérica conmemora cada 25 de noviembre el día contra la violencia de género en honor a ella y sus hermanas. Además, en 1999, la ONU declaró cada 25 de noviembre Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En una entrevista, Minou Tavárez Mirabal, hija de Minerva, dio cuenta de la garra y convicción de su madre por la libertad. Y su resistencia a nunca mostrar miedo, ni siquiera ante un dictador como Trujillo ni sus secuaces. “Cuando asesinaron a mi madre yo tenía cuatro años. Y también me asesinaron la posibilidad de conocerla (…) el día que a ella se la llevaron presa, yo me aferré a su pierna y ella se molestó conmigo porque me eché a llorar… Yo creo que no quería verse débil frente a quienes se la llevaron”.
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