Para las mujeres del campo, la tierra forma parte de su familia y su historia. Irma Cortez trabaja con su hermano la finca cafetalera que ha pertenecido a su familia desde 1952. Ella cultiva sus tierras, y cuida paso a paso la producción del café. Sin embargo, la tradición cafetalera en México no es distinta a otros sectores, donde aún se realizan esfuerzos para alcanzar la paridad de género.
El inversionista y productor Jaime González explica que durante las décadas de los 80 y 90, cuando el café era un negocio creciente, el apoyo al sector estuvo sesgado hacia los hombres. El panorama comienza a cambiar, si bien las mujeres trabajan la tierra y cargan con una buena parte de las labores de producción del café, aún son pocas quienes son dueñas de sus parcelas y tomadoras de decisiones.
Se estima que a escala global, las mujeres representan el 70 % de la fuerza laboral en el sector café y que dirigen entre el 20 % y 30 % de las unidades económicas productoras de este cultivo, de acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo (OIC). Un estudio efectuado por el Foro de Comercio Internacional en 2008, las mujeres efectúan, desde antes y hasta ahora, la mayor parte de las labores en los cafetales, como la cosecha, mantenimiento de los plantíos y el procesamiento.
En México se estima que las mujeres representan el 40 % de la fuerza laboral en la producción de café y son propietarias del 24 % de la superficie de producción de café, de acuerdo con Naciones Unidas y la OIC.
Las caficultoras mexicanas ponen sus manos al servicio del café, sus actividades están fuertemente concentradas en labores artesanales como cosechar y despulpar el café, como lo hace Irma en la finca que heredó de su familia. “El café de mi finca tiene un buen sabor porque todo lo hacemos con amor”.
El café y las mujeres en México
México es el undécimo productor de café a escala mundial. Se trata de un cultivo estratégico para el sector primario en el país, con más de 15 estados productores en los que se identifican a más de 500 mil productores, de acuerdo con cifras oficiales.
Al cierre de 2022, se registró una superficie de más de 702 mil hectáreas de siembra de café, para sumar una producción de 1.02 millones de toneladas, con un valor estimado de 6,534 millones de pesos, de acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
El principal estado productor de café es Chiapas, con el 41 % del total nacional; seguido por Veracruz, con 24 %, y Puebla, con 15.3 %.
En el sector primario en México la paridad de género aún está lejos. Hasta 2019, las mujeres representaron el 14.3 % de la producción agrícola nacional. En el cultivo y producción de café, las mujeres superan las cifras nacionales, y representan cerca del 40 % de la fuerza laboral en el sector.
Las mujeres que producen el café en México se identifican en su mayoría (62 %) como indígena, tienen estudios truncos a nivel básico (83 %) y en son jefas de familia (46 %), de acuerdo con la OIT.
A decir de Jaime González, también coordinador de la iniciativa Sur de México Generando Empleo y Sustentabilidad (SURGES) en Chiapas y Tabasco, las mujeres suelen hacer trabajos no profesionalizados como la siembra, cosecha y mantenimiento de los campos.
Las mujeres tienen conocimientos y aptitudes que han preservado dentro de sus propias comunidades indígenas o rurales, y que aportan gran valor para la producción de café, su comercio y generación de empleo femenino. Sin embargo, su falta de profesionalización, comenta, ha llevado a que exista una brecha salarial en el sector.
“Todo eso genera un sistema de mucha fragilidad económica y social, quedan en condiciones de vulnerabilidad. No son dueñas de los sistemas productivos y no tienen mucha injerencia para mejorar sus condiciones laborales”, indicó González.
Leticia Gutiérrez, directora ejecutiva de la organización Conservación Internacional México, destaca que si bien las mujeres tienen un lugar de desventaja desde la propiedad de la tierra (sólo 10 % de los ejidatarios en México son mujeres), son ellas quienes empujan acciones para ser más amables y sostenibles con su entorno, y aprovechar y resguardar la biodiversidad de las parcelas del café.
“Hay distintos retos a lo largo de la cadena productiva, por eso es importante que desde las cooperativas locales hasta las más grandes organizaciones se encarguen de que las mujeres sepan no solamente de agricultura, sino de exportación, de administración, de comercio justo y cómo crear oportunidades para tener acceso a contratos a largo plazo”, agregó Gutiérrez.
Bajo este contexto han surgido organizaciones y cooperativas dirigidas por mujeres y con apoyo incluso del sector público, privado, ONGs y organismos internacionales, para reivindicar su labor y las condiciones de comercio justo para todas las personas que se desenvuelven en esta actividad económica.
Por ejemplo, en el Istmo existen iniciativas a favor de comunidades indígenas que adaptan sus procesos de producción y evitan el uso de agroquímicos que afectan a mujeres embarazadas, así como la búsqueda de condiciones más dignas de trabajo y de valor de su producción.
Café ético y con propósito
El futuro del café está ligado al futuro de las y los caficultores. Empoderar a las productoras mexicanas de café a través de programas de donativo, de cafetos, de capacitación, digitalización y finanzas apoya el desarrollo sostenible y ético del café en México.
Starbucks es consumidor de alrededor del 3 % de la producción global de café, de acuerdo con información de la compañía. Bajo su compromiso de retribuir más de lo que se consume del planeta y generar un impacto positivo en él, impulsan prácticas de compra responsables y brindan apoyo a las y los caficultores bajo estándares de responsabilidad social y ética.
Para fortalecer su compromiso de llevar café producido de forma ética de la tierra a la taza, en 2004, Starbucks lanzó la iniciativa sus Prácticas C.A.F.É. a escala global. Este programa verifica las finas con criterios económicos, sociales y ambientales, para promover un cultivo de café transparente, rentable y sostenible, al mismo tiempo que se protege el bienestar de los productores de café.
Adicional, en 2014 nació en México el programa Todos Sembramos Café, para contener la amenaza de la roya a la que se enfrentan las y los caficultores, mediante la donación de plantas de café resistentes a la plaga. En ocho años se donaron más de 4.2 millones de árboles de café resistentes a la roya a productores de Chiapas, Oaxaca y Puebla.
A principios de 2022, el programa fue fortalecido con la donación de un beneficio húmedo ecológico de café a la cooperativa Totonacapan en Zongozotla, Puebla. Con el procesamiento del café en este beneficio húmedo ecológico, se apoya anualmente a más de 9,600 caficultoras y caficultores mexicanos, impulsando con ello la productividad y rentabilidad, a la vez que reducen la huella ecológica de sus procesos de cultivo del café.
Las caficulturas trabajan duro para mantener el desarrollo sostenible del sector. Estas son las historias de cuatro mexicanas del café.
Teófila Cruz – Puebla
Teófila Cruz recuerda cómo nacieron aquellas primeras hojas en sus cafetos luego de que fueran arrasados por la roya. “Cuando todo parecía perdido, esto nos dio la esperanza de volver a cosechar”. Trabaja en la finca que heredó de su padre hace siete años, y ha recibido más de 1,300 árboles resistentes a la roya gracias a las iniciativas de Starbucks.
Aura López – Chiapas
Aurora López, caficultura del fraccionamiento San Antonio en Chiapas, tiene como único sustento al café. A lo largo de su jornada laboral trabaja acompañada de su esposo y su hijo. Su finca se adhirió al programa de Prácticas C.A.F.E. y recibió también plantas resistentes a la roya.
Edilburga Martínez – Oaxaca
Edilburga toma tres tazas de café durante su jornada laboral en la finca Yela Huetz en que trabaja con su familia. “El café ha sido el sostén de mi familia cuando más lo hemos necesitado”. Ha logrado renovar sus tierras gracias al programa Prácticas C.A.F.E. y al donativo de 1,300 cafetos resistentes a la roya.
Irma Cortez – Veracruz
“Me gusta despulpar, cortar, llevar y vender (…) incluso tuesto mi propio café de la forma tradicional”. Para Irma Cortez, el café es un cultivo que la ha acompañado siempre, que ha estado ahí para ella y su familia. Amante de la tierra y los granos que crecen en ella, Irma recibió 170 cafetos resistentes a la roya, tras unirse a los programas de Starbucks en México.
En 2022, Fundación Starbucks y Save the Children anunciaron el programa de empoderamiento económico “El Poder que hay en Mí”, dirigido a mujeres indígenas de Puebla. Es financiado a través de Origin Grant de la Fundación y tiene como objetivo crear oportunidades económicas y promover resiliencia para 1,500 mujeres de comunidades cafetaleras. El programa consta de cursos que les permite desarrollar habilidades socioemocionales, educación financiera y habilidades digitales para aplicarlas en sus propios negocios.
Con estas y otras acciones, Starbucks ha fortalecido su relación con las y los caficultores mexicanos a lo largo de las últimas décadas, bajo el objetivo de impactar positivamente a quienes trabajan en el campo, y llevar a las tazas de los mexicanos un café producido de forma ética, con amor y responsabilidad de la tierra a la taza.
Sé el primero en comentar