Este mes, elConsorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECH) publicó el informe “Tendencias de brechas en las 18 universidades de la CUECH”, que mide las brechas de género de las universidades públicas de todo el país. Según los resultados indicados, el 64,5% de las mujeres académicas considera que en el espacio universitario hay discriminación de género, pues a diferencia de los hombres, tal como el mismo diagnóstico devela, son ellas quienes sufren mayor segregación y discriminaciones en razón de su género.
Este informe, que permite identificar distintos espacios donde se producen las segregaciones e inequidades en relación al género, con el fin de que sean revisadas y eliminadas de forma paulatina por las direcciones de igualdad de género de todas las universidades, revela una serie de factores que reflejan las desventajas que tienen las mujeres respecto a los hombres en el espacio universitario: desigualdad en la representación académica, prevalencia de estereotipos sexistas en la elección de carrera, mayor representación masculina en el cuerpo académico y en cargos directivos, y prácticas de violencia de género que afectan principalmente a las mujeres.
Dentro de las cifras del diagnóstico, el estudio indica que en las 18 universidades públicas de Chile, el 60% del cuerpo académico está conformado por hombres, mientras que sólo un 40% del cuerpo académico son mujeres. Por otra parte, en los cargos de liderazgo institucional a nivel universitario, la participación de las mujeres es de un 45% en promedio, lo cual expresa una distribución más bien pareja entre mujeres y hombres en el cuerpo académico, sin embargo, en los puestos más altos prevalece la presencia masculina, pues en las direcciones generales y en las decanaturas, sólo un 34% y un 26% de mujeres ocupan estos cargos, respectivamente.
Los diagnósticos de brechas de género del informe también detectan los estereotipos sexistas que aún persisten en la elección de la carrera universitaria. A pesar de que en los últimos 10 años la matrícula femenina supera la masculina, el estudio concluye que hay una “tendencia de brechas en la masculinización y/o feminización de campos de estudios, disciplinas y carreras.” Por ejemplo, en las carreras de ingeniería, un 65,52% del estudiantado son hombres y sólo un 22,8% son mujeres, y contrariamente, en las carreras de salud las mujeres ocupan los mayores porcentajes de matrícula, alcanzando el 67,26% en medicina, y el 75,46% en las carreras de nutrición y enfermería. Aquellos datos dan cuenta de los estereotipos de género que permean la educación de los jóvenes desde su niñez, enseñándoles que hay carreras consideradas ‘masculinas’ y otras ‘femeninas’, lo cual condiciona su elección desde temprana edad.
Otros datos relevantes se manifiestan en la inequidad que se produce en los espacios de investigación, pues de acuerdo al estudio, un 63,8% de los proyectos concursables en investigación son dirigidos por hombres, quienes también realizan más publicaciones académicas, ya que, por ejemplo, sólo el 29,2% de las publicaciones investigativas son realizadas por académicas mujeres.
La violencia de género, que es una problemática que se repite en todas las universidades, afecta principalmente a las mujeres, tanto como académicas, administrativas y alumnas. Según los datos del informe, 1 de cada 5 mujeres que trabaja en la universidad declara haber sufrido alguna vez acoso sexual, y pese a lo alarmante que es esta cifra, las mujeres muchas veces tienden a ocultar lo que les ha pasado y no lo denuncian por vergüenza, por el miedo a ser estigmatizadas por sus pares o por temor a perder su trabajo. En el caso de las estudiantes, éstas comentan que las salidas a terreno y las prácticas profesionales se vuelven espacios arriesgados donde se cometen violencias y agresiones sexuales, y al igual que las académicas, muchas veces tienen miedo a hacer las denuncias.
El diagnóstico anterior, que devela que casi el 65% de las mujeres académicas consideran que sufren discriminación de género, confirma las amplias brechas de género que todavía se encuentran dentro de las universidades a nivel nacional. Las mujeres tienen menos oportunidades que los hombres para desarrollarse como profesionales en el campo universitario, y menos probabilidades de alcanzar los puestos de liderazgo más altos, así como de ser las cabeceras de proyectos de investigación. Además, según el estudio, todas las entrevistadas mujeres están de acuerdo en que ser mujer es una barrera para ellas al momento de querer desempeñarse como profesionales de la academia superior, y que la maternidad y las tareas de cuidado tienen mucho que ver en esa limitante, al ser más asumidas por ellas que por sus pares hombres.
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