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Pensar la deconstrucción de lo masculino: El nuevo libro de Pedro Uribe Roncallo

¿Es posible construir un mundo con nuevas maneras de habitar la masculinidad? ¿Qué rol pueden tener los hombres dentro del feminismo? Estas son algunas de las preguntas que el psicólogo y máster en Educación, Pedro Uribe Roncallo, ha levantado a través de su plataforma Ilusión Viril, una ONG dedicada a la prevención de violencia de género y la promoción de masculinidades igualitarias. Este 2023, esas mismas preguntas las trasladó a su nuevo libro, Masculinidades: entre la ternura y la tensión, un exhaustivo ensayo donde pone en tensión las masculinidades heteronormativas para abrir el camino hacia nuevas formas de habitar el género.

“Este libro es la síntesis de un trabajo de escritura de cuatro años. Durante ese tiempo, he tenido pausas, aprendizajes, fracasos, muertes y cambios. En ese proceso, surgieron ideas que me permitieron pensar desde otra vereda lo que hoy pasa con los hombres, las relaciones afectivas y la sexualidad. Particularmente, cómo los cambios que han experimentado las identidades masculinas en los últimos años en Chile han afectado, también, los modos de relación entre los géneros”, afirma Pedro en la introducción de su nuevo libro, publicado por la editorial Grijalbo (Penguin Random House).

Masculinidades: Entre la ternura y la tensión es una propuesta ensayística donde Pedro reúne todo su trabajo investigativo revisando los recovecos de la masculinidad, desde los comportamientos y la imagen personal que se ha esperado de los hombres históricamente, como también sus machismos y violencias dirigidas tanto a ellos mismos como a las mujeres, hasta las aprensiones generadas por tener que encajar en un modelo de masculinidad normativa. Pedro Uribe parte de la base de que los hombres pueblan el mundo siendo cómplices y replicadores del sistema patriarcal, sin embargo, ellos pueden marcar la diferencia si hacen un trabajo personal y colectivo consciente que les permita transitar hacia nuevas posibilidades de masculinidad, llamadas por el autor “masculinidades igualitarias”.

En tu libro es central el concepto de masculinidades igualitarias. ¿De qué manera tus investigaciones te llevan a priorizar este concepto por sobre otros para hablar de masculinidades? ¿Cuál es su definición?

Me pareció importante desmarcarse del concepto de las ‘nuevas masculinidades’ que hoy por hoy está obsoleto. Fue creado en los 80 dónde sí era nuevo un hombre que cambiaba un pañal o un hombre que no abandonaba a sus hijos. Hoy hay hombres que cuidan a sus hijos y cambian pañales pero ¿no son capaces de ejercer violencia? ¿Qué es lo nuevo de la masculinidad hoy?

Entonces hablar de masculinidades igualitarias me pareció un concepto capaz de sostener la paradoja y la contradicción de los hombres: todos venimos de una crianza machista y aun así, podemos repensar y cambiar nuestras conductas. Entonces, las masculinidades igualitarias nos permiten entender que un hombre es capaz de destruir pero también de construir si así lo desea. Revela que lo importante no es lo que hacemos en individual, sino como lo que decimos y hacemos afecta siempre todo lo que nos rodea. Nuestro impacto colectivo es lo que marca la diferencia. Así nos podemos parar desde una propuesta menos moral (hombres buenos vs. malos) y hablamos de la dimensión política de todo esto.

Dentro de este tránsito hacia masculinidades igualitarias tú propones que, para los hombres, se hace urgente recuperar la ternura. ¿Qué significa ir encaminando este proceso y cuáles crees que son las claves para alcanzarlo?

Lo que propongo en el libro es que la ternura es una dimensión del cuidado. Actualmente, vemos que diferentes Estados Nación están diseñando e implementando políticas respecto al trabajo doméstico y las labores de cuidado. Reivindicar la ternura para mi es la piedra angular para reflexionar acerca del trato que nos damos las personas en una cultura que tiende a la deshumanización y la precarización de la vida.

En un contexto de guerras, de narcocultura, de tiroteos en escuelas, de ataques terroristas, de crímenes de odio, en su mayoría perpetrados por hombres, vale la pena preguntarse ¿Será que el ejercicio de la masculinidad tradicional es problemático? ¿Por qué los hombres nos relacionamos así con la violencia?

Entonces, la ternura me parece que más que una solución, es una propuesta para pensar qué tipo de convivencia social queremos tener y cómo, a nivel macro y micro, estamos tratándonos entre las personas. En especial, preguntarnos por el trato que los hombres damos a otros, a otras y especialmente, cómo nos tratamos a nosotros mismos, al medio ambiente, a nuestras comunidades. Es decir, preguntarnos por la importancia que tiene volver a poner al cuidado en el centro de la sociedad.

De acuerdo a lo que abordas en tu libro, ¿qué significa querer movilizarse en pro de masculinidades igualitarias?

Me parece que lo primero es tomar una responsabilidad frente a la violencia. Hacernos cargo de los daños que hemos causado, pedir perdón y poder reparar. Por otro lado, que aprendamos a vincularnos con el cuidado y asumir compromiso con ello. Si las mujeres se siguen haciendo cargo de los cuidados de toda la sociedad y siguen siendo tratadas como sirvientas, es porque los hombres no hemos hecho lo suficiente por crear pisos de equidad y de prácticas corresponsables. Dejar de esperar que nos pidan que botemos la basura y simplemente empezar a hacerlo. Es algo de iniciativa, de madurez y de responsabilidad. El primer acto igualitario que un hombre puede hacer es implicarse en las tareas domésticas, de limpieza y de cuidado.

Otro aspecto relevante es poner ojo a la manera en que vivimos nuestra sexualidad: ¿No me pongo condón porque me aprieta? ¿Mi principal responsabilidad sexual es recordar a mi pareja que se tome la pastilla? ¿Me he hecho exámenes de VIH e ITS? ¿Estoy comunicando claramente a mis parejas sexuales lo que quiero y respeto los límites? ¿Estoy pudiendo lidiar con un rechazo o con un NO? Los cambios a nivel relacional implica que nos demos cuenta de que las pautas con que nos relacionábamos antes ya no son las de hoy.

Nuestra capacidad de flexibilidad, de apertura, de adaptarnos a este nuevo escenario requiere que nos preguntemos por nuestra sexualidad y la manera en que la estamos viviendo. Esto no necesariamente tiene por qué traducirse en que me aíslo y no me comparto, sino en buscar creativamente otras maneras y dejar de reproducir acciones que dañan a otros y al final del día, también nos dañan a nosotros mismos.

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