Bisnieta de Andrés Bello, sus obras la llevaron a convertirse en la primera extranjera y mujer en ser nombrada Profesora Honoraria de la Academia de Bellas Artes de Florencia. Eso sí, su vida estuvo marcada por el dolor, primero por la muerte de sus padres y luego por la de su hija, a causa de una tuberculosis que ella misma le contagió.
Rebeca Matte (1875 – 1929) fue la primera mujer que abrazó el oficio de la escultura en Chile y llevó su trabajo hasta lo más alto de la escena cultural europea. Fue una verdadera innovadora, que no se apegó a los rígidos cánones de la academia y su técnica de talla directa del mármol y de vaciado en bronce asombraron al mundo entero. Hoy sus obras se encuentran exhibidas a las afueras de grandes edificios en distintos países, como su obra La Guerra, en el Palacio de la Paz en La Haya, aunque una de sus más conocidas es la escultura de Ícaro y Décalo, ubicada en la fachada del Museo de Bellas Artes de Santiago, que nació como un encargo del gobierno para obserquiarla a Brasil y que representa el encuentro entre el padre alado y su hijo moribundo.
La artista nació y se crió en una casa rodeada de intelectuales (fue bisnieta de Andrés Bello) y sin restricciones económicas. Pero en el ámbito familiar, su vida era más bien triste y solitaria. Su madre tuvo una crisis tras el parto y nunca se recuperó psicológicamente, por lo que no pudo hacerse cargo de ella, y su padre, un conocido diplomático, vivía en constante viaje. Entonces se crió con su abuela materna, rodeada de grandes de la cultura nacional como Victorino Lastarria o Alberto Blest Gana, quienes la comenzaron a acercar al arte.
Luego de la muerte de su abuela y con apenas 15 años, la joven partió rumbo a París con su padre y el mundo se le abrió. Toda la sensibilidad artística que tenía adentro floreció y estudió en academias de Francia e Italia, donde sus creaciones, llenas de expresividad y fuerza, la comenzaron a hacer conocida entre los expertos. De esta época surgieron importantes obras pero fue también el momento en que se contagió de tuberculosis, que más adelante definiría su vida.
Ya entrando al siglo XX, Rebeca se casó con el joven diplomático Pedro Felipe Íñiguez, de cuyo matrimonio nació Lily, una tremenda alegría para la escultora y cuya crianza la mantuvo alejada de su taller por varios años. En 1918, y gracias a sus incontables obras y talento único, fue nombrada Profesora Honoraria de la Academia de Bellas Artes de Florencia, distinción que era por primera vez entregada a una extranjera y a una mujer. Con el tiempo, Rebeca finalmente se estableció en la ciudad italiana de Florencia.
Pero fue en esa misma ciudad donde vivió su pena más grande. A la reciente muerte de sus padres, se sumó la de su hija Lily, escritora que se contagió de tuberculosis de Rebeca y falleció en un sanatorio en Los Alpes suizos al poco tiempo de haber sido internada, dejando a su madre sumida en el mayor de los sufrimientos. Después de eso no volvió a crear y se dedicó a editar los versos que su hija había escrito y a fundar varias instituciones de beneficencia en el nombre de Lily.
Luego de años sin trabajar y sumida en una fuerte depresión, Rebeca Matte murió en París el 15 de mayo de 1929, a los 55 años. Años después, el Ministerio de Educación creó la distinción Rebeca Matte, en reconocimiento a la escultora más importante y talentosa de la historia del arte chileno.
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