Dos veces nominada a los premios Oscar, Rooney Mara regresa al cine en la piel de Audrey Hepburn, en una de las cintas más esperadas de la década.
Partió en televisión y en menos de cinco años ya se perfilaba como una de las mejores de su generación, Rooney Mara es en sí misma una ecuación de talento, belleza y misterio. Dos veces nominada a los premios Oscar, regresa al cine en la piel de Audrey Hepburn, donde según los productores ofrece una interpretación magistral de la mítica actriz, modelo, bailarina y activista británica de la época dorada de Hollywood, considerada por el American Film Institute como la tercera mayor leyenda femenina del cine estadounidense.
Rooney nació en el corazón de la élite estadounidense, en Nueva York, bajo dos de los clanes más poderosos del deporte estadounidense. Las familias de sus padres fueron los fundadores de dos de los equipos más importantes de fútbol americano, en Nueva York y Pittsburg. Su patrimonio familiar está estimado en más de 3.000 millones de dólares. “Entiendo que mi crianza fue privilegiada, pero fue más normal de lo que se piensa. Nunca vivimos en una mansión ni nada por el estilo, crecimos en una casa muy linda, pero nada extravagante como se dice”.
Creció en la prestigiosa comunidad neoyorkina de Bedford, una de las más ricas del país, donde sus vecinos eran Michael Douglas o Ralph Lauren. Fue a un colegio público y terminó la carrera de psicología, donde alcanzó a trabajar en organizaciones no gubernamentales antes de pasar a la actuación. Antes, tuvo un paso por la actuación, pero su timidez siempre le jugó en contra. “Estaba tan horrorizada por el hecho de estar frente a todos mis compañeros de colegio que no podía recordar una simple frase. Ese fue el final de mi carrera teatral”, le contó a la revista Vogue.
Su verdadero nombre es Patricia Ronney Mara, pero decidió juntar ambos apellidos para formar su nombre artístico. (“Rooney Mara sonaba mejor”), debutó en el cine en 2005, en una película de terror llamada Urban Legends: Bloody Mary, que protagonizaba su hermana, la también actriz Kate Mara. Luego hizo algunos papeles pequeños en otras producciones y alcanzó la fama internacional con la adaptación de Hollywood de la saga Millennium, con la que más tarde ganaría el premio a mejor actriz en el Festival de Cannes. La antesala de su aclamado personaje Theresa Belivet, una joven fotógrafa que se enamora de una mujer en plena década de los cincuenta, en la cinta Carol.
Recientemente puso fin a tres años de retiro donde estuvo centrada en la crianza de su primer hijo, River, bautizado así en homenaje al hermano de su pareja Joaquin Phoenix, con quien mantiene una relación de bajo perfil público. Su regreso como Audrey Hepburn marca un hito en su paso por Hollywood, donde dicen que es imposible de descifrar. “No tengo ningún plan maestro para parecer enigmática ¡Soy misteriosa hasta para mí!”, dijo, en una entrevista publicada hace pocos días.
Desde 2018, es la imagen de Givenchy, donde su apuesta es el negro y tonos empolvados, siempre con un tinte gótico. Aunque siempre luce sofisticada y elegante, considera que es una pesadilla el tener que caminar por la alfombra roja y siempre ha sido crítica con la manera en que funciona la industria. “Como actriz ahora no puedes simplemente estar en una película, ahora estás a cargo de venderla, y eso implica asegurarte no decir nada fuera de lugar o equivocado… Me resulta agotador”, afirmó, en una revista, donde aseguró que la fama no tiene por qué limitar la libertad. “Me parece que es una presión que se les pone a quienes formamos parte de algo que ni siquiera nosotros concebimos. La gente espera que me comporte de manera artificial, no realmente cómo soy, y cuando miro las entrevistas que daban en los 70 Patti Smith, John Cassavetes, ellos fumaban, tomaban, eran auténticos, y eso me da celos porque no creo que lo podamos ver ahora, en las entrevistas te tienes que autocensurar y no hay nada de genuino en eso. Detesto no poder serlo. Detesto censurarme”.
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