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Simona Brambilla, la primera mujer en la historia que tendrá el cargo de prefecta en el Vaticano

La monja italiana será la máxima autoridad del departamento del que dependen todas las órdenes religiosas de la Iglesia.

Este lunes, el Papa Francisco nombró a la hermana Simona Brambilla como la primera mujer en convertirse en prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, uno de los roles más relevantes dentro del Vaticano. 

Perteneciente a la orden religiosa de los Misioneros de la Consolata, Barambilla desempeñaba desde el año pasado el cargo de número 2 del departamento de órdenes religiosas. 

Hoy, a sus 59 años, será la máxima autoridad de una institución que tiene como objetivo supervisar todas las órdenes religiosas, desde los jesuitas y los franciscanos, hasta los movimientos religiosos más pequeños.

El nombramiento se alinea con la misión expresada por el Papa Francisco de otorgar a las mujeres más funciones de liderazgo dentro de la Iglesia, especialmente debido a que existen muchas más mujeres que hombres involucrados en la institución.

De hecho, según el Anuario Estadístico de la Iglesia de 2022, publicado por el Vaticano, para ese año existían casi 600.000 mujeres religiosas profesas –o monjas– en el mundo, superando en un 47% al número de sacerdotes.

Así, a pesar de que en el pasado se habían nombrado mujeres para ocupar puestos secundarios en algunas oficinas del Vaticano, se trata de una noticia especial, ya que nunca antes se había nombrado a una mujer prefecta de un dicasterio o congregación de la Curia de la Santa Sede, órgano central en el gobierno de la Iglesia Católica.

Aparte de Brambilla, Francisco también nombró como colíder, o “pro-prefecto”, al cardenal Ángel Fernández Artime, salesiano, quien se hará cargo de celebrar misas y realizar otras funciones sacramentales que actualmente solo pueden ser llevadas a cabo por hombres.

La hermana Barambilla estará sustituyendo al cardenal Joao Braz de Aviz, de 77 años y su nombramiento es interpretado por muchos como un ascenso clave que puede abrir puertas a otras designaciones y marcar un cambio dentro del papel de las mujeres en la iglesia, algo que aún genera resistencia dentro de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica.

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