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Willy Patraña, el alma detrás de los títeres de 31 Minutos:“Nuestro cuerpo tiene que ser una canalización de energía hacia el muñeco”

¡Tulio, estamos al aire! Willy lleva más de veinte años interpretando a los entrañables personajes del icónico programa chileno. Patraña combina la docencia con el arte de los títeres, y revela cómo la disciplina, el amor y la rigurosidad sostienen un oficio que sigue conquistando generaciones.

San Antonio, 2004. Rodaje de 31 minutos, la película. Tres títeres, entre ellos Guaripolo, entran en escena manejando una patrulla. Dentro del auto, cuatro personas van acostadas para no aparecer en cámara: Pato, Dani, Jani y Willy Patraña. A pocos metros, una caída libre al mar.

  • Lo siento, muchachos, pero surgió una misión más urgente. ¡Vámonos, chicas! —exclama Guaripolo.

El director, Álvaro Díaz, da instrucciones para manejar a ciegas el vehículo vía radio. De pronto, la comunicación se corta por distancia. El chofer retrocede, sin saber cuándo detenerse. Willy, al copiloto, recuerda que antes del borde hay una línea de tren. De pronto, un golpe seco.

  • ¡Pato, para, para! —grita Díaz.

Bajan del auto: diez centímetros los separan del mar.

“Casi nadamos con los peces”, recuerda Willy riendo.

Guillermo Silva, más conocido como Willy Patraña, tiene 48 años y lleva dos décadas dando vida a los personajes de 31 minutos. Desde 2013 le da voz y vida a Juanín Juan Harry, aunque a veces se intercambia con su intérprete original, Rodrigo “Guatón” Salinas.

Fanático de los Muppets desde niño, estudió Teatro y participó en un taller de títeres de la Escuela Nacional de Rosario. Trabajó con títeres con el comediante Palta Meléndez y luego cursó un diplomado en Pedagogía Teatral.

¿Cómo llegaste al mundo de los títeres?

  • Siempre mi norte ha sido enseñar. Pero un amigo, que sabía que ya había trabajado con títeres, me invitó al casting de 31 minutos, la película.

Era 2004 y el programa llevaba un año al aire. Willy, en un principio, fue reacio: su sueño era ser profesor. Finalmente, se atrevió. Asistió al casting que realizaba Jani Dueñas. Sus expectativas eran bajas. Pasó una semana y lo llamaron por teléfono, “y de ahí no he parado hasta el día de hoy”.

¿Capítulo favorito?

  • No tengo, todos me encantan. Me gustan los muñecos, así que amo cada capítulo que ellos tengan.

¿Canción favorita?

  • Mi castillo de blanca arena.

El cuerpo detrás del títere

Muchas personas conocen a los personajes, pero no realmente a quiénes los manipulan. ¿Cómo se vive el detrás de escenas?

  • Uno tiene que ver las necesidades del títere. Nuestro cuerpo tiene que ser una canalización de energía hacia el muñeco. Puede ser medio incómodo a veces. Si vas a grabar una escena en un auto, tienes que hacerte un ovillo de lana para no aparecer en cámara.

¿Quedas adolorido?

  • Obvio que sí. Y yo creo que más de alguno tiene problemas con el manguito rotador y el codo de tenista.

También realizas clases de confección de títeres en el Centro Cultural de Angol. ¿Qué crees que más les fascina de este mundo?

  • Sentir que son capaces de crear. A veces nos castigamos diciendo: “No soy bueno para las manualidades”. En una clase trabajamos con un calcetín y una niña lo transformó completamente en un pollo. Los adultos me dicen: “Profe, jamás pensé que podría hacer esto”. Es satisfactorio para ambos lados.

Willy recuerda esta experiencia con gran alegría. Tomar algo inanimado y transformarlo en una vida, “es magnífico”. Encontró en Angol un espacio que mezcla las dos pasiones de su vida: la pedagogía y los títeres.

Para Patraña, la profesión implica disciplina, rigurosidad y ser muy abierto y perceptivo. “Hay que entender cómo se mueve, camina y siente el títere”, dice.

¿Qué significa para ti dar vida a Juanín?

  • Lo hago con mucho cariño. Es un personaje icónico. Trato de siempre estar mejorando, dar lo mejor de mí y buscar dejar en alto a Juanín. Es hermoso interpretarlo.

El backstage del Tiny Desk: ver a la Mona Lisa ser pintada

31 minutos: Tiny Desk Concert en YouTube

El Tiny Desk acumula once millones de visitas en YouTube a tres semanas de su publicación. Con pocos lugares para ocultarse y un punto ciego difícil de lograr, Willy se volvió viral en Instagram por sus videos en el detrás de escenas, donde se le ve detrás del escritorio de NPR, en diversas posiciones para animar a los muñecos. “Es como ver a la Mona Lisa ser pintada”, comentó un usuario.

El Tiny Desk ha despertado una fuerte nostalgia generacional. Desde tu mirada, ¿qué ha significado 31 minutos para la gente?

  • Mucho cariño. Hay personas que me dicen les recuerda cuando estaban tomando once con la mamá, y a veces la mamá ya no está. 31 minutos trae recuerdos de cosas cotidianas.

Álvaro Díaz comentó que si alguien quisiera hacer un proyecto como 31 minutos hoy en día, sería complicado por una serie de “barreras creativas”. ¿Qué desafíos crees que enfrenta la industria audiovisual chilena?

  • Lamentablemente, el financiamiento. Crear un capítulo es mucho dinero, trabajo logístico y producción. Si se recortan dineros para el arte y la cultura, es complejo, porque de lo contrario no pasan estas cosas.

Willy dice interpretar a los muñecos con mucho amor y entusiasmo. Preocupados por cada detalle, los titiriteros llevan a cabo un trabajo colectivo, pero muy crítico, buscando el mejor resultado final.

Como cantan los títeres periodistas: “Ya soy feliz y ahora creo en el amor”.