POR: Claudia Jaña, Gerenta Educación Fundación Kodea
Nuestro sistema educativo se encuentra en una encrucijada crucial en la era de la inteligencia artificial (IA), la robótica y la realidad virtual. Sin embargo, es evidente que la brecha digital de género se arraiga desde temprana edad, cuando las niñas muestran una baja percepción de autoeficacia en sus habilidades digitales, a pesar de poseer conocimientos sólidos en la materia. Este desafío persiste y se intensifica en los años posteriores, influyendo de manera significativa en las decisiones vocacionales de las jóvenes.
La disparidad de género en la participación y graduación de mujeres en carreras STEM es alarmante y tiene un impacto directo en el desarrollo tecnológico. Este desequilibrio contribuye a la baja representación de mujeres en el ámbito tecnológico, especialmente en áreas como Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) e Ingeniería y Manufactura. Además, es imperativo destacar que las referentes femeninas en el ámbito científico-tecnológico siguen siendo subrepresentadas, lo que limita las aspiraciones de las jóvenes.
En este contexto, los docentes juegan un papel fundamental como guías y facilitadores del aprendizaje. Sin embargo, la falta de dominio de las Ciencias de la Computación por parte de muchos docentes, y su reticencia hacia estas disciplinas, se convierte en un obstáculo para cerrar la brecha de género en tecnología. Es esencial reconocer que las niñas tienen acceso a la tecnología desde una edad temprana, pero no siempre se les enseña cómo aprovechar al máximo su potencial. Las docentes, con una formación sólida en estas áreas, pueden desempeñar un papel crucial en empoderar a las niñas y mujeres jóvenes para que se sientan seguras y competentes en el mundo digital.
Después de años de esfuerzos en el empoderamiento digital de docentes, se ha demostrado que proporcionar conocimientos y herramientas innovadoras no solo transforma las aulas en espacios colaborativos, sino que también fomenta habilidades socioemocionales esenciales, como la resiliencia, la empatía y la cooperación. Esto es particularmente valioso para las niñas, quienes pueden encontrar modelos a seguir en sus docentes y compañeras, al tiempo que desarrollan confianza en sí mismas y en sus habilidades digitales.
Para abordar esta problemática de manera integral, es imperativo que las escuelas de pedagogía incluyan una formación en Ciencias de la Computación para futuros profesores y profesoras. Los datos muestran que, aunque existe un consenso sobre la importancia de esta formación, la implementación efectiva es aún limitada. Es necesario promover la especialización de los futuros docentes y respaldar la investigación en este campo.
Incorporar las Ciencias de la Computación en el currículum escolar, al igual que lo han hecho los países líderes en este tema, es un paso crucial hacia la equidad de género en el acceso y uso de la tecnología. Solo así, el uso de la tecnología no estará sujeto a los intereses individuales de un profesor entusiasta, sino que será una política de Estado que promueva la inclusión y el empoderamiento de todas las personas, independientemente de su género, en el mundo digital del futuro.
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