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Diabetes e hipertensión: Amenazas silenciosas para las mujeres en México

Por Ruth Mata Ferrusquía

En México, la diabetes y las enfermedades del corazón se han convertido en las principales causas de muerte para las mujeres a partir de 35 años. Factores como el sobrepeso, la obesidad y el estrés se suman para crear una tormenta perfecta de riesgos de salud que afecta desproporcionadamente a las mujeres mexicanas. Según datos del Instituto Nacional de Salud Pública, la obesidad es el principal problema de salud pública, con un 70% de la población adulta por encima de su peso ideal. Las mujeres tienen mayor prevalencia.

Mijail Tapia, especialista en diabetes y obesidad, advierte que esta epidemia de obesidad tiene sus raíces en la alta disponibilidad de alimentos ultraprocesados, fenómeno que creció rápidamente desde la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1994. Estos alimentos, ricos en calorías vacías y con escaso valor nutricional, están diseñados para ser altamente adictivos y fomentan un aumento de peso que a su vez incrementa las posibilidades de desarrollar enfermedades crónicas.

Las consecuencias de una vida sedentaria

 Tapia resalta que la centralización de la vida laboral en grandes ciudades, como la Ciudad de México, ha intensificado el sedentarismo. El tiempo que dedican millones de personas a los traslados, que puede superar las cinco horas diarias, deja poco espacio para una vida activa y un cuidado adecuado de la alimentación. Además, la inseguridad en las calles empuja a las personas, especialmente a las mujeres, a evitar espacios públicos, limitando sus posibilidades de actividad física al aire libre.

“La gente que pasa varias horas en el transporte público suele estar de pie, lo que no cuenta como ejercicio y, de hecho, contribuye a problemas circulatorios, como las várices”, explica.

Según la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado de 2021, el 19.5% de las mujeres en México presenta síntomas de depresión, en comparación con el 10.7% de los hombres. A esto se suma que un 56% de las mujeres manifiesta síntomas de ansiedad, frente al 44% de los hombres, un reflejo de los altos niveles de estrés crónico en la población femenina.

Este estado constante de tensión no solo afecta la salud mental, sino que también eleva el nivel de cortisol, la hormona del estrés, que aumenta la glucosa en sangre y con ello el riesgo de sufrir diabetes.

Los síntomas de la hipertensión y la diabetes pueden ser casi imperceptibles, lo que hace que muchos ignoren estos problemas hasta que ya han alcanzado un estado crítico. Tapia explica que el cansancio extremo, el dolor de cabeza constante y el aumento de peso en la zona abdominal son señales tempranas de riesgo que no deben pasarse por alto.

A menudo, estas señales se normalizan, pero podrían ser el indicador de un problema de salud grave. En las mujeres, se recomienda medir la circunferencia de la cintura regularmente y procurar que no supere los 80 centímetros, ya que un valor superior es un fuerte indicador de riesgo para enfermedades cardiovasculares.

Aunado a esto, la genética de la población mexicana también representa un factor predisponente, ya que el polimorfismo en el gen PNPLA3, común en latinos, está asociado a problemas como la resistencia a la insulina, el hígado graso y, eventualmente, la diabetes. A esto, dice el especialista, se suma un “fenotipo ahorrador”, un rasgo evolutivo que favorece la acumulación de reservas de grasa en tiempos de abundancia, adaptado para épocas de escasez, pero desfavorable en el entorno moderno donde el acceso a alimentos es casi ilimitado.

Iniciativas de salud pública y avances médicos

 En un intento por frenar la epidemia de obesidad, el gobierno mexicano implementó en 2020 un etiquetado frontal en alimentos y bebidas no alcohólicas. Este sistema advierte a los consumidores sobre los productos con altos niveles de calorías, azúcares, grasas y sodio. Además, se espera que en 2025 entre en vigor una prohibición de la venta de alimentos ultraprocesados en las escuelas, una medida propuesta por la presidenta Claudia Sheinbaum para reducir la exposición temprana de niños a productos de bajo valor nutricional y fomentar hábitos alimenticios más saludables.

Por su parte, la ciencia sigue avanzando en el tratamiento de estos padecimientos. Tapia, quien también es coordinador de Educación y Comunicación en Bioética y Neuroética Clínica Anáhuac (BINCA), menciona el desarrollo de una dosis de insulina semanal y los experimentos con vacunas contra la hipertensión que permitirían regular la presión arterial durante tres meses.

La terapia con células madre, dice, también ha mostrado potencial para regenerar el tejido pancreático en personas con diabetes. Este es otro frente prometedor en la lucha contra estos males.

Sin embargo, Tapia subraya que no podemos dejar todo en manos de los avances tecnológicos. La clave sigue estando en la prevención, y esto pasa por la alimentación y el ejercicio. Los alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares, sal y grasas, deben ser reducidos drásticamente. “No deberíamos normalizar su consumo. No son parte de una dieta saludable y entre menos los comamos, mejor”, enfatiza.

Una batalla que no es exclusiva de las mujeres

 El especialista destaca que el cambio en los hábitos alimenticios no debe recaer únicamente en las mujeres, sino ser un compromiso familiar. Desde los padres hasta los niños, todos deben participar en la construcción de un estilo de vida saludable, dado que la epidemia de diabetes e hipertensión puede ser peor que la pandemia de Covid-19 si no se controla. “Debemos modificar nuestros hábitos desde ya, porque estos problemas de salud no son solo personales, son una amenaza para el país”, finaliza Tapia.

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