Con la muerte de Cristina Calderón, por complicaciones derivadas del covid19, desaparece la última hablante nativa de yagán. Reconocida como Tesoro Vivo de la Humanidad por la Unesco, dedicó sus últimas energías a transmitir su conocimientos sobre la lengua que en sus 93 años nunca dejó de hablar.
De rasgos marcados, cara ancha y piel morena; fue un referente de la lucha de los pueblos originarios por visibilizar sus demandas históricas. Tuvo siete hijos que le dieron 14 nietos, pero ninguno logró aprender yagán. En la última década, los reconocimientos a su figura se multiplicaron, pero para sus vecinos siempre fue la abuela Cristina. Cercana y afable, siempre dispuesta compartir sus recuerdos y reflexiones.
En una entrevista al diario español El País, la líder indígena contó que recién aprendió a hablar español a los nueve años. “El papá de una sobrina era gringo, y me fueron enseñando de poquito. Entonces todos hablaban yagán, pero después empezaron a fallecer, y quedé yo no más. Las guaguas [niños] no quisieron aprender. Tenían vergüenza. La gente blanca se reía de ellos”, declaró.
Ayer el pleno de la Convención Constituyente le rindió un homenaje. Horas antes, su hija, la representante yagán Lidia González la había despedido a través de un mensaje en twitter que fue replicado desde distintos rincones del planeta. “Todo lo que haga en el trabajo en el que estoy, será en tu nombre. Y en él, estará también reflejado tu pueblo. Tengo una pena profunda por no estar con ella al momento de partir. Es una noticia triste para los yagán”, escribió González.
La partida de la última guardiana de la lengua yagán fue noticia en los principales medios informativos del mundo, donde se hace referencia a la contundencia de la lengua yagán. Sorprende que el idioma de la etnia de Tierra del Fuego contara con 32.400 vocablos, bastante más de una cinco mil palabras que manejan habitualmente las personas de acuerdo a las estadísticas.
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