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El asesinato que visibilizó cómo la homofobia mata

Desde que se conocieron las primeras informaciones del joven que habían encontrado herido de gravedad en un rincón del Parque San Borja, el país entró en un espiral de indignación y sorpresa. El guardia del lugar lo había encontrado con fracturas en su pierna, parte de su oreja cercenada, quemaduras de cigarro en su rostro y varias marcas de esvásticas (símbolo utilizado por el nazismo) en el cuerpo. No era un ataque cualquiera era una agresión brutal e incomprensible que tocó el alma nacional y encendió las alarmas de la percepción ciudadana en torno a los alcances mortales de la homofobia y la discriminación minación.

Fueron seis horas de tortura las que debió padecer Daniel Zamudio antes de perder para siempre la conciencia. Lo último que sus ojos pudieron ver  fue la furia desatada de sus asesinos. Estaba en el lugar equivocado y con la peor compañía, pero si hubiera sido heterosexual le habría pasado lo mismo. La pregunta se repitió, como si fuera un mantra, durante todo el mes de marzo del 2012 en los noticieros, las crónicas de diario y los despachos radiales desde la Posta Central. Cuando murió, después de luchar casi 25 días, el impacto fue tal que consiguió que quienes se oponían al proyecto de antidiscriminación que descansaba en el Parlamento hace años, le dieran su apoyo inmediato. 

Así nació la Ley Zamudio que tiene por objetivo fundamental instaurar un mecanismo judicial que permita restablecer eficazmente el imperio del derecho toda vez que se cometa un acto de discriminación arbitraria. La normativa establece, además, un procedimiento judicial y medidas sancionatorias en caso de comisión de un acto de ese tipo.

 Para el vocero del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (MOVILH), Oscar Rementería,  El hecho marcó un antes y un después. “Fue un golpe para el país que remeció porque para la gran mayoría de los chilenos Daniel podría haber sido el hijo de cualquiera”, asegura.

Antes de Daniel, la violencia contra la diversidad sexual estaba completamente invisibilizada y cuando se cumplió una década del ataque que terminó con su vida, la Municipalidad de Santiago  realizó un acto conmemorativo donde se recordó su figura, considerada clave para la comunidad LGTB.

“Este asesinato es una herida dolorosa para nuestro país, pero que, por otro lado, nos ha impulsado en una lucha incansable por un mejor vivir para todos, todas y todes. En esa lucha incansable ha estado sin duda la familia de Daniel Zamudio, su padre Iván y la Fundación que ha levantado con fuerte convicción y temple, un espacio que permita difundir y promover los DDHH de todas las diversidades sexuales. Un espacio que concientiza la dignidad y el derecho de amar libremente”, dijo alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, durante el evento que se desarrolló, en el contexto de las actividades de STGO Feminista en el mes de las mujeres y la diversidad.

Desde la promulgación de la Ley Zamudio, se han registrado más de treinta crímenes de odio.

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