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La inclusión de mujeres en la economía: La apuesta del Círculo de Mujeres en Finanzas del Comité de Inversiones y Negocios de AmCham Chile

Este lunes se realizará el lanzamiento del Círculo de Mujeres en Finanzas liderado por el Comité de Inversiones y Negocios de la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham Chile), cuyo objetivo es promover a las mujeres vinculadas a las áreas de finanzas, inversiones y negocios de las empresas socias de la organización.

En entrevista con Woman Times, Sandra Guazzotti, Chair del Comité de Inversiones y Negocios y Past President AmCham Chile, nos entrega un adelanto de lo que será este nuevo círculo de Mujeres en Finanzas, pensando en todos los desafíos involucrados en la inclusión femenina en el mundo de los negocios.

¿De qué manera nace y cómo se plantea el desarrollo del Círculo de Mujeres en Finanzas desde AmCham?

En AmCham Chile contamos con cinco Comités de trabajo. Yo lidero el de Inversiones y Negocios, desde donde junto a nuestros socios promovemos la relación comercial e inversiones entre Chile y Estados Unidos, así como las buenas prácticas que impulsen la competitividad y diversificación de la economía del país, trabajando colaborativamente con el mundo público, privado, sociedad civil y la academia, a fin de contribuir al crecimiento inclusivo y sustentable de Chile.

En este contexto, nos dimos cuenta de que la participación femenina al interior del Comité de Inversiones y Negocios era muy baja, situación que nos llamó mucho la atención precisamente en una organización como AmCham Chile, único gremio en el país con mayor presencia femenina en su directorio y donde el 61% de nuestros representantes en Comités y Mesas son mujeres, reflejo de nuestro activo compromiso con la equidad de género. 

Lo anterior, nos demostró que aún existen grandes desafíos y áreas como la industria financiera, en las que la brecha sigue siendo muy grande.

Alineado a lo anterior, junto a Claudia Morales, VP de BlackRock, co-Founder de la Corporación Mujeres en Finanzas (MEF) e integrante del grupo asesor del Comité de Inversiones y Negocios, decidimos crear el Círculo de Mujeres en Finanzas de AmCham en partnership con MEF, que busca ser un espacio para promover y visibilizar a las mujeres vinculadas a las áreas de finanzas, inversiones y negocios, de las empresas socias de nuestra organización.

Lo anterior va de la mano con los avances que muestran los datos en esta materia. Si miramos el Ranking de IMAD, entre 2017 y 2021 el porcentaje de mujeres en directorios de empresas pasó del 9 % a 20% y las ejecutivas que integran altos cargos pasaron de 13% a 22%. Sin embargo, debemos ir más allá y seguir avanzando. Este nuevo Círculo de Mujeres en Finanzas que estamos lanzando es una forma de hacerlo.

¿Qué medidas se pueden implementar para incrementar el porcentaje de mujeres en el sector financiero en las empresas del país?

Medidas hay muchas y el camino que elija cada compañía para lograrlo no es único. Lo importante es que exista la convicción y decisión de trabajar detrás desde ese objetivo, reconociendo el valor que hay en la diversidad.

En esa línea, a través de gremios como el nuestro es fundamental compartir conocimiento y mejores prácticas, algo que en AmCham hacemos activamente a través de nuestro Círculo de Diversidad, Equidad e Inclusión, espacio que -en su quinta edición- reconoce el trabajo realizado por empresas socias que han puesto la diversidad e inclusión como pilares fundamentales en sus organizaciones y que, a su vez, comparten mejores prácticas con otras empresas miembro de la Cámara con el propósito de enriquecer los procesos de maduración de sus programas asociados a esta materia.

En este contexto, es esencial que los líderes nos preguntemos cómo en nuestras empresas y organizaciones estamos removiendo barreras, qué políticas y procesos estamos impulsando para promover la diversidad y cómo lo estamos haciendo. Como líderes debemos ser los primeros en actuar.

Respecto a medidas específicas, creo que resulta muy interesante considerar iniciativas como el Decálogo de Buenas Prácticas para Fomentar la Participación de las Mujeres en el Sector Financiero, publicado por el Ministerio de la Mujer en colaboración con Mujeres en Finanzas a comienzos de año. Este documento plantea distintas medidas estratégicas, como acercar las principales industrias financieras al mundo universitario con el fin de atraer talento joven, o garantizar procesos de reclutamiento y selección de personas sin sesgos inconscientes de género.

¿Qué piensas sobre el establecimiento de objetivos y/o cuotas de contratación en materia de diversidad de género, y la selección activa de mujeres en los puestos de trabajo?

Desde Amcham Chile creemos que el sector privado debe ser proactivo en esta materia y no esperar regulaciones de cuotas de género. Debemos liderar con el ejemplo y compartir mejores prácticas en inclusión laboral, porque estamos convencidos profundamente sobre la capacidad del liderazgo femenino y los efectos positivos que generan en las organizaciones.

De acuerdo a un análisis de McKinsey & Company, las empresas con mayor participación de mujeres en puestos de alta responsabilidad tienen un mayor retorno de capital. Es decir, esto no sólo es un tema de equidad, sino también un imperativo de negocios.

¿Se pueden eliminar de fondo las barreras de la integración de las mujeres en economía y finanzas o sólo reducir?

Desde AmCham Chile creemos que este es un camino de largo aliento y que debe tener como objetivo reducir las barreras que impiden a la mujer ocupar mayores espacios en áreas como la financiera. Para ello y como mencioné anteriormente, es importante abordar el tema desde diferentes frentes. Por un lado las organizaciones deben tomar el liderazgo sin esperar regulaciones o exigencias en la materia, impulsando buenas prácticas que vayan en esta línea.

También debe haber un trabajo desde lo académico, promoviendo la participación femenina en las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, según su sigla en inglés). De acuerdo con datos del Ministerio de la Mujer, a pesar de que en Chile el 53% de las matrículas de Educación Superior corresponde a mujeres, sólo una de cada cuatro corresponde a carreras de estas áreas de desarrollo.

A todo ello se suma que debemos tener la capacidad como país de generar las condiciones e incentivos que permitan promover el ingreso al mundo laboral de la mujer y aumentar su empoderamiento económico. De esa manera, no sólo aprovecharemos nuestras ventajas comparativas, sino que generaremos las condiciones necesarias para una absoluta integración educacional, social y laboral de las mujeres. 

¿Pueden las nuevas tecnologías ayudar a reducir esta brecha?

La tecnología es una herramienta clave que nos puede ayudar a impulsar la participación femenina en el mundo financiero. Si uno analiza los últimos años, el efecto de las nuevas tecnologías en el empleo ha ido en beneficio de grupos específicos, siendo uno de ellos las mujeres. La implementación del teletrabajo es solo un ejemplo de aquello.

Sin embargo, el Covid-19 golpeó con gran fuerza el avance del empleo femenino. De hecho, lo hizo retroceder en una década, llegando a más de medio millón de mujeres inactivas y que posiblemente no vuelvan al mercado laboral. De un 52% de participación laboral, caímos a un 45%. Y si bien el porcentaje se ha ido recuperando, llegando a una tasa de 47,3%, sigue muy lejana del período pre-pandemia.

Aumentar la participación de las mujeres en tecnología es fundamental. Y se debe hacer desde las universidades. Históricamente, las carreras enmarcadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son las que tienen menor participación femenina. En Chile este porcentaje alcanza sólo el 19%. Para mejorar estas cifras, se requiere aumentar las redes de apoyo, incrementar la visibilidad de referentes femeninos en estas áreas y las posibilidades de empleo a través de un trabajo colaborativo entre las universidades y las empresas.

Adicionalmente, en una era en la que la economía digital seguirá creciendo exponencialmente, es de vital importancia generar un cambio cultural profundo en las compañías tecnológicas que permita potenciar la diversidad y la inclusión como un imperativo de negocios, además de una necesidad ética y moral.

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