En el mes del orgullo, destacamos la historia de la chilena que se convirtió en la primera transexual femenina de América Latina. Su transición fue un renacer que abrió el camino para las generaciones que vinieron después.
“La transexualidad de Marcia representa el derecho a desarrollar una orientación de género distinta a la dominante. Durante su vida luchó contra los prejuicios sociales y culturales de una sociedad que escasamente respetaba la diversidad sexual. Con valentía se sometió a prácticas quirúrgicas vanguardistas cuyos resultados eran inciertos. Su decisión fue una acción rupturista que la transformó en precursora y promotora del derecho a vivir de acuerdo con su identidad de género”, así define la web del Instituto de Derechos Humanos el legado de Marcia Alejandra Torres Mostajo, la primera persona en Chile y América Latina en cambiar de sexo.
La primera activista en la lucha trans solía decir que nació dos veces. La primera vez fue en 1950, en Antofagasta, cuando sus padres, una dueña de casa y un dirigente sindical de la minería del cobre, le dieron el nombre de Arturo. La segunda vez ocurrió 24 años después cuando accedió a una operación inédita en Chile y América Latina que le permitió cambiar su sexo.
Desde la infancia, dio claras señales de poseer una identidad y una expresión femenina, lo que le valió ser blanco de burlas durante toda la enseñanza escolar. A medida que fue entrando a la adolescencia, comenzó a vestirse de mujer y a usar el nombre de su hermana Marcela, a quien solía sacarle el carnet de identidad. En 1965, decidida a vivir sus propias reglas, abandonó los estudios para dedicarse a la peluquería. Su especialidad eran las tinturas.
Seis años más tarde, mientras leía una revista se enteró del caso de Christine Jorgensen, la primera persona de Estados Unidos en realizarse una cirugía de cambio de sexo, entendió que quizás había un camino para fluir con su esencia. El texto que relataba el proceso y sus exigencias, desde los exámenes médicos a los tratamientos hormonales, la ilusionó. Ese camino sin regreso del que hablaba el artículo era exactamente lo que buscaba.
En su ansiedad, incluso comenzó a tomar hormonas , pero no fue hasta dos años después cuando leyó en el periódico que un equipo encabezado por el doctor Antonio Salas Vieyra, estudiaba la posibilidad de lograr quirúrgicamente el cambio de sexo. Entonces, decidió escribirle y la respuesta llegó al poco tiempo. Junto a su madre, la persona que más la apoyó en sus convicciones, viajó a Santiago, para reunirse con el médico.
Tras una primera consulta psiquiátrica, el diagnóstico fue concluyente. Era una mujer encerrada en un cuerpo de hombre, el candidato ideal para someterse a una intervención que abrió el camino para las generaciones posteriores. Luego de todas las consultas legales y sin inconvenientes para dar curso al primer tratamiento de cambio de sexo en Latinoamérica, el sueño de la antofagastina comenzaba a hacerse realidad.
La operación fue en marzo del 73, pero nadie se enteró hasta el 2 de mayo de 1974, cuando apareció en el Diario Oficial la solicitud de cambio de nombre. El aviso consignaba que Alberto Arturo pedía cambiar su nombre a Marcia Alejandra, tras transicionar del sexo masculino al femenino.
Con el tiempo, se convirtió en vedette de los emblemáticos cabaret Bim Bam Bum y Picaresque, hasta donde llegaba toda la bohemia santiaguina. Viajó por Europa y al retornar a su natal Antofagasta, inició una exitosa carrera como estilista. Sus amigos coinciden en que fue una mujer muy realizada y feliz.
En un texto llamado “Para Marcia Alejandra exijo las llaves de la ciudad”, su amigo y escritor Pedro Lemebel escribió: “En ese momento fue conejillo de indias para la artesanía médica, resistiendo reiteradas cirugías y dolorosos tratamientos para modelar y depilar su cuerpo de coipo varón. Pero aún así, a pesar de ser Made in Chile, quedó regia, morenaza y canchera”.
Perdió la vida el 8 de enero de 2011 a causa de una accidente cardiovascular. Hasta sus últimos días, luchó por visibilizar la causa trans.
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