La designación soberish, también conocida como “sobriedad curiosa”, está ganando popularidad en Estados Unidos y otros países, impulsada por una mayor conciencia sobre los riesgos del alcohol para la salud. Estar “casi sobrio” implica beber con mayor moderación, reducir el consumo o incluso evitarlo por completo. En reuniones sociales, muchas personas optan por bebidas carbonatadas o cervezas sin alcohol, y el uso de aplicaciones para controlar y reducir el consumo está en aumento.
Un consenso científico emergente sugiere que ninguna cantidad de alcohol es completamente segura, y que incluso el consumo moderado puede ser perjudicial. Ante esto, los expertos destacan que la abstinencia total es más saludable que beber pequeñas cantidades, aunque durante años se promovieron los supuestos beneficios del consumo moderado de alcohol.
Para quienes padecen trastornos graves por consumo de alcohol, la sobriedad total puede ser esencial para evitar recaídas, explica Barbara Wood, especialista en adicciones de Rockville, Maryland. En casos de consumo excesivo, las consecuencias suelen ser devastadoras: pérdida de empleo, deterioro de relaciones personales y falta de interés en actividades que antes resultaban placenteras.
¿Por qué “casi sobrio” puede marcar la diferencia?
Las autoridades de salud pública han defendido la sobriedad como la mejor solución para los problemas relacionados con el alcohol. Sin embargo, este enfoque puede no ser efectivo para las personas que no presentan adicción severa, pero que experimentan dificultades como episodios de consumo excesivo o problemas para controlar su ingesta ocasional.
En respuesta, algunos expertos están adoptando un enfoque de reducción de daños, argumentando que cualquier disminución en el consumo es beneficiosa. “Es importante pensar más allá de los extremos de embriaguez o abstinencia total”, señala Keith Humphreys, experto en políticas de drogas de la Universidad de Stanford.
Este enfoque más flexible busca ser una alternativa viable para quienes no desean o no necesitan dejar de beber por completo, reconociendo que pequeños cambios pueden tener un impacto significativo en la salud y el bienestar.