Por Javiera Fernández
Como disciplina que en nuestro país ha tomado fuerza en los últimos años, la asesoría de imagen es un rubro que pese a su constante asociación con un ideal de feminidad históricamente arraigado, hoy tiene la posibilidad de abarcar propósitos heterogéneos que van más allá de la preocupación por la imagen externa, muchas veces, basada en estereotipos de género que le exigen a las mujeres verse de una determinada manera. Así lo señalan la asesora de imagen, maquilladora y educadora Clara Garriga, y la consultora de imagen y speaker Carola Montenegro, quienes visualizan hoy en el rubro la posibilidad de incluir, con los desafíos que eso implica, una perspectiva de género que rompa o al menos cuestione los ideales de belleza exigidos.
La asesoría o consultoría de imagen, entendida como una disciplina integral que a partir de una serie de servicios teóricos y prácticos ayuda a las personas a encontrar y/o potenciar su imagen personal, tanto respecto a cómo quieren vestirse y verse, y qué es lo que quieren transmitir a los demás, se encuentra hoy en día en un momento desafiante, pues tal como demandan los feminismos albergados en el Cono Sur y alrededor del mundo, es fundamental que los ideales de belleza impuestos a las mujeres ya no sigan gobernando la relación con sus cuerpos y experiencias de vida.
Para la maquilladora Clara Garriga, quien tiene más de 20 años de experiencia en el rubro de la belleza y cosmética, pensar la disciplina de la asesoría de imagen a partir de una perspectiva que se aleje de los estereotipos de belleza, los cuales, por ejemplo, focalizan tipos de prendas para determinados cuerpos y otros no, requiere, en primer lugar, de preguntarse qué es lo que se busca con los servicios ofrecidos como profesional. “Por qué estoy haciendo la asesoría de imagen es la primera pregunta. Si me quiero despejar de esos mandatos de perfección, tengo que preguntarme qué es lo que busco, y criticar y ponerle un enfoque que no sea sobre ‘verse bien’, sino de cómo me quiero ver, porque no hay un verse bien o mal, en realidad estoy buscando la manera de comunicar algo, que mi imagen me sirve como herramienta de comunicación”, sostiene Garriga.
Por otro lado, según la especialista, realizar la asesoría de imagen desde una visión alternativa, como puede ser la perspectiva de género, implica también ejercer un pensamiento crítico constante. “Este tipo de pensamiento significa cuestionar lo que ya he escuchado, cuestionarme si estoy repitiendo un mandato y como asesora de imagen decidir si no quiero replicarlo. Después, es importante preguntarse cómo lo quiero abordar, si voy a proponer que nos relacionemos con el color y la vestimenta de otra manera, más desde lo propositivo, no sólo desde la crítica de lo que la asesoría de imagen fue históricamente y lo que creemos que debería ser. Hay un montón de cosas para hacer con la asesoría de imagen fuera de lo que no nos gusta y ser propositivos en cuanto a la relación que podemos tener con nuestra vestimenta”, explica la asesora.
Cambiar el vocabulario y la manera de referirse a sus propósitos como asesores es un ejercicio importante en el trabajo de la consultora de imagen y periodista Carola Montenegro. “Creo que la manera en que las mujeres nos vemos tiene mucho que ver con la imposición de ‘cómo deben verse’, en vez de ‘cómo queremos vernos’. En mi trabajo, procuro que cada una encuentre su sello personal y las acompaño en el proceso de cómo quieren expresar su manera de ser a través de la indumentaria, sin responder a estereotipos”, señala Montenegro. Luego de años de experiencia en el rubro, la asesora ha concluido que la disciplina tiene que ser lo menos restrictiva posible.
Pero en términos concretos, ¿cómo podemos incluir la perspectiva de género en este rubro comercial? Para Carola Montenegro, tal como gusta aplicar en la práctica, el vuelco en la asesoría requiere despojarse de los mandatos y códigos estéticos que, finalmente, no permiten a las personas explorar sus identidades, gustos o estilos. “Me interesa que mis clientas usen lo que les guste y se sientan cómodas, sin reglas y sin ese ‘deben ser’. Que sean libres y puedan expresarse a través de la moda.”
Siguiendo esa misma línea, para Clara Garriga resulta fundamental innovar en propuestas que acerquen a las personas al cultivo de una relación más sana con su propia imagen. “Vivimos en un mundo donde la construcción de nuestra imagen es algo que está dentro de las exigencias sociales, está muy presente, entonces sí o sí vamos a tener una relación con ella, y ojalá que sea la mejor, la más provechosa y sana posible”, concluye la experta.
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